¡No te estoy provocando!
Por Isabella Chica Galeano
Universidad Pontificia Bolivariana
Facultad de Comunicación Social
isabellachicagaleano@gmail.com
Desde la mujer más recatada, pasando por la que prefiere usar minifaldas, incluyendo a la modelo que posa en ropa íntima ante la cámara y llegando a la prostituta que, por cuestiones desconocidas para nosotros, terminó laborando en un burdel, ninguna de ellas merece sufrir tan aberrante pérdida de valor.
A veces las mujeres prefieren callar ante las agresiones y los acosos que sufren diariamente, pero que por motivos culturales, lamentablemente, se consideran “normales”.
Cree usted que es “normal” tener que pensar, varias veces, qué ropa se va a poner porque le da miedo que le griten un “piropito”, de esos pasados de tono, en la calle, o piensa usted que es “normal” que un hombre le haya rozado las nalgas cinco veces mientras estaban solo los dos en un ascensor, seguramente, usted considera “normal” evitar algunas zonas de su localidad ya que son poco concurridas y podrían, quizá, abusar de usted por allí.
Se es consciente de que no se debe generalizar, no todos los hombres cosifican sexualmente a las mujeres, pero esto es una práctica que se halla de manera frecuente en diferentes ámbitos de la cotidianidad: la música, la publicidad, el internet, entre otros. Esto da pie para que determinadas personas crean que tienen la potestad para hacer con el cuerpo de la mujer lo que les plazca, como, en el peor de los casos, abusar sexualmente del mismo.
Muchos ven el abuso sexual como una problemática lejana, pues solo la contemplan a través de los medios de comunicación, pero qué pasa si la víctima fuera su amiga, su prima, su madre, su hermana, su hija y cuánto falta para que sea usted.
Las secuelas de una agresión sexual pueden ser de carácter sicológico, fisiológico y social. Muchas víctimas sienten vergüenza, indignación, frustración y culpa, por lo que no es extraño escuchar de ellas frases como: “No debí tomar tanto trago”, “no debí salir hasta la madrugada”, “era mi pareja, él podía hacerlo”, “tal vez no debí vestirme así”, “quizá sí lo estaba provocando”.
Pero no, usted que está leyendo esto, créame, no lo estaba, ni está, ni estará provocando.
*Taller de Opinión es un proyecto de El Colombiano, EAFIT, U. de A. y UPB que busca abrir un espacio para la opinión
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