Columnistas

Nos amputaron a dios

04 de agosto de 2015

Por
JUAN CAMILO GUTIÉRREZ G.
Universidad Pontificia Bolivariana
Facultad de Teología, semestre 2.
Twitter: @jcgg26

Un joven, desesperado porque lo tiene todo, menos lo esencial, llora interiormente sin derramar lágrimas y busca todas las formas posibles para acabar con su vida. Al mismo tiempo, un hombre va embriagado por las calles buscando lo que no encuentra en su mujer, pues está en sí mismo. Su mujer destrozada y consolada por los antidepresivos, busca dentro de sí pero no encuentra nada, ni de su esposo ni de ella misma. En la casa del lado, una abuelita le trata de explicar a su nieto dónde están sus padres, señala hacia arriba y dice “Cielo”; el niño cree pero al crecer lo olvida, quedando sin padres y sin Cielo. Un anciano observa el cuadro, recuerda su infancia con nostalgia, añora el tiempo en el que la palabra y los valores importaban, mira hacia ese mismo Cielo y se pregunta: ¿qué pasó con este tiempo?

Este es el terrible drama de nuestra época, no solo enferma sino amputada. El español Juan Manuel de Prada nos la describe así: una sociedad amputada de Dios. Pero así como el amputado siente y le duele el fantasma de su miembro amputado, así a nosotros nos duele, nos pica, sentimos a Dios. Pero el problema es mayor: nunca nos dijeron que habíamos sido amputados.

Sí, por lo menos al amputado le avisan cuando le van a amputar su miembro, incluso le piden autorización. A nosotros no, jamás nos contaron. Y todos sentimos ese miembro, a todos nos ha picado el corazón, todos hemos sentido ese profundo dolor, ese no sé qué no sé dónde, esos secretos estímulos con que nos aguijonea aquel ausente. Tratamos de caminar y correr sin éxito, pues necesitamos utilizar muletas o prótesis. Pero qué baratas prótesis y muletas nos han prestado. Qué vacío dejan por dentro. Qué falta de plenitud transmiten. Creyeron acabar con la enfermedad, no acabando con el virus sino con el remedio. Hemos llegado a ser un problema para nosotros mismos.

Como una fuerza revolucionaria nos pregunta la razón: ¿Seguiremos cojeando, quebrando débiles prótesis y enajenados de lo que nos es propio? ¿cuándo sucederá el tan anhelado milagro que piden los ateos de que crezca un miembro? Cómo dueles contemporaneidad, tú tan enaltecida y tan baja; tan exaltada y humillada; tú, que no nos dejas elegir y solo nos permites cambiarte poco a poco; ¿cuándo nos vas a devolver a Dios, confusa y mutiladora contemporaneidad?.

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