Columnistas

Nos dejan morir

14 de agosto de 2015

Quienes tienen la oportunidad de ver Medellín y buena parte del Aburrá desde las montañas cuando clarea el día ven una imagen que angustia: una capa rojiza cubre la región metropolitana. Es pura contaminación.

Contaminación que está enfermando y matando muchas personas (es un proceso largo, de meses y años, no de días) y que no es un invento de nadie. La Organización Mundial de la Salud reportó que Medellín es la novena urbe más contaminada de América Latina.

Que no se diga que son informes viejos, que ya se sacaron de circulación cientos de buses, etcétera, etcétera. No.

Nada menos esta semana, las estaciones de medición de La Estrella, Museo de Antioquia y Universidad Nacional (El Volador) presentan excedencias del material particulado de 2,5 micras sobre la norma EPA, pues la nacional es muy laxa.

No fue solo esta semana. Se viene repitiendo y muchas veces a diario. Apenas se reduce los fines de semana.

En la primera estación es lógico, pues se ejecuta una gran obra como el puente de la 77 Sur (como no existen estaciones ni en Los Balsos ni en las transversales no se puede saber el impacto de las obras pero es alta la probabilidad de excedencias en el área).

En las otras el alto flujo vehicular y los espacios cerrados del centro colaboran. Ya nos lo advertían el año pasado Ángela Rendón y Juan Fernando Salazar, investigadores de la U. de A., al exponer la posible presencia de una trampa atmosférica, por llamarla así, que hace que la contaminación quede acá más tiempo al punto de que es difícil decir cuál es el mejor momento y en qué sectores se manifiesta.

Es claro: tenemos mucha contaminación y las acciones son mínimas. ¿Si hay excedencias continuas por qué no se lanzan alertas para que los ciudadanos dejen de transitar por el sector contaminado o permanezcan menos en él?

¿Se prefiere guardar la ‘imagen’ de la ciudad al deber constitucional de proteger la vida de los ciudadanos? Ha faltado decisión y valentía.

La solución no se reduce a menos buses, pues la matrícula de vehículos es constante y alarmante. Tampoco es panacea un horario para que las industrias se turnen en la contaminación: el estudio de Rendón y Salazar no es invento, aunque muchas de las medidas a las que nos están acostumbrando desconocen las investigaciones de la academia y se basan en estudios espurios.

Esto es grave y nos están dejando enfermar... y morir..