Columnistas

NOTAS DE LECTURA (I)

20 de junio de 2021

Estoy inmerso en la lectura de una obra monumental de 1200 páginas. En realidad, la estoy desmenuzando, tiene mucha carnecita, mucho material. Se trata del último libro del economista francés de la Escuela de Economía de París, Tomas Piketty (Capital e Ideología). Piketty es el autor del famosísimo El Capital en el siglo XXI, que tiene más de 2,5 millones de copias vendidas en todo el mundo.

Este último, fue criticado por los académicos porque los datos que lo apoyaban, sobre todo fiscales, para examinar la evolución de largo plazo de las desigualdades de ingreso y patrimonio, eran limitados. La segunda crítica se dirigía al enfoque occidentalista y la aproximación mecánica de la acumulación de capital sin interrogarse sobre las ideologías que llevan al capitalismo.

En el nuevo libro, Piketty quiere hacer una historia económica, social, intelectual y política de lo que él llama los regímenes desigualitarios, una historia de los sistemas de justificación y de estructuración de la desigualdad social, desde las “sociedades trifuncionales y esclavistas antiguas hasta las sociedades poscoloniales e hipercapitalistas modernas”. La ideología, central en este libro, permite que las sociedades construyan un discurso de justificación de la desigualdad. En cierto sentido, las desigualdades resultan ser una construcción social e ideológica.

Responde a la crítica de occidentalista e incluye en su análisis una gran cantidad de países, aunque persiste en los datos fiscales muy depurados. Y su disertación, como dicen los franceses, es impecable, y su trabajo es una delicada filigrana de historiador económico, apoyada en trabajos provenientes de otras disciplinas. Con una matriz que es la desigualdad social.

Todo comienza con un primer régimen desigualitario llamado sociedad ternaria. En ese régimen la población está separada en tres funciones: el pueblo llano (produce), el clero (vida espiritual) y la nobleza (provee seguridad). Un régimen muy propenso a la desigualdad, con una complementariedad funcional entre los grupos sociales, presente en Europa e India. Se habla de una desigualdad trifuncional.

El punto es que esas sociedades ternarias están menos alejadas de las sociedades modernas de lo que se piensa y, además, las condiciones que explican su desaparición y que varían de un país a otro y de una región a otra, dejaron una profunda huella en el mundo contemporáneo.

El segundo régimen es una sociedad de propietarios o “propietarista”. La propiedad privada y el contrato libre son sacralizados. El “propietarismo” nace con la revolución francesa. En 1789 se produce la gran ruptura y la invención de la propiedad moderna. Los rasgos de las decisiones sobre la propiedad privada que se tomaron en ese momento dieron pie a un discurso sofisticado, que lleva a que la propiedad privada se incorpore a las constituciones de los países.

Esos regímenes se exportaron y generaron otros dos tipos de sociedades, las esclavistas y las coloniales. Estudiadas en detalle en la segunda parte del libro, son sociedades donde puede darse la desigualdad extrema tanto de ingreso como de riqueza. En la tercera parte se llega al siglo XX y a la crisis de las sociedades “propietaristas”. Para Piketty, se puede concebir el capitalismo como la forma particular que toma el “propietarismo” en la era de la gran industria y el capitalismo financiero internacional a finales del siglo XIX y principios del XX. Acá vamos