Nueve días
La corrección política pasó de ser un requisito diplomático a convertirse en una plaga contemporánea. El prurito de buscar un registro coloquial para acercarse al interlocutor, a veces consigue que se pierda el sentido original del discurso. Desvirtúa su belleza.
Cuando toca la religión, la excesiva corrección o búsqueda de proximidad esfuma la originalidad del rito, la sonoridad que sus palabras tienen en nuestra memoria.
“Benignísimo Dios de infinita caridad que tanto amasteis a los hombres, que les disteis en vuestro hijo [...]”; quienes podemos recitar de corrido el texto de la novena de aguinaldos somos legión (resulta maravilloso observar la sonrisa de descreídos ocasionales y ateos permanentes que la repiten sin titubear, a pesar de sí mismos. Con o sin la fe: la novena constituye parte de su historia).
Los esquemas para las celebraciones comunitarias del padre Federico Carrasquilla son un ejemplo loable de búsqueda de cercanía con los fieles. No es el caso de algunas empresas que intentan cautivar a sus clientes por la vía de la fe...
Versa uno de los “Gozos” de una novena distribuida por un banco: “Tú te hiciste niño en una familia llena de ternura y calor humano. Vivan los hogares aquí congregados el gran compromiso del amor cristiano”. Entre la exégesis extrema y la sensiblería.
Otro exabrupto, ya clásico en muchas novenas “comerciales”, también está en los Gozos. El texto original dice: “¡Oh, raíz sagrada de Jesé que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo!”. Los “correctores de estilo” insisten en escribir “José”.
Lucía Victoria Hernández, de la Facultad de Ciencias sociales y Humanas de la Universidad de Antioquia, explica quién fue Jesé: “La promesa hecha a David en la profecía de Natán creó en el pueblo de Israel la conciencia de que el Mesías pertenecería a la dinastía davídica. Aparentemente el tronco de la familia de David ha quedado cortado, pero la promesa no falla. El profeta menciona al padre de David, Jesé, como una fórmula de humildad, porque no se refiere al gran rey David sino a su humilde origen”.
(Dejemos de lado el inveterado trabalenguas de la novena: “Prosternado en tierra [...]”: ‘posternado’, ‘prostrernado’, ‘postenado’... ).
Cada oración, cada Gozo de la novena, evoca la voz de la abuela, el papá, la mamá, la tía más amada. Es un viaje al pasado. Intervenir el texto es una disrupción al trance (religioso o no) que muchos alcanzan solo con oír la novena.
No se trata de una misa en latín, como la letra de ‘Tutaina’, la novena no necesita tanta traducción ni tanto intérprete. Al margen del significado religioso, esta tradición recrea imágenes construidas con recuerdos (como el olor de la natilla que hierve sobre la leña o los rincones habituales donde “los grandes” solían esconder el Niño Jesús): ¡tal es su gran valor!
Nueve días para seguir el eco de nuestra memoria, aquel que conduce por los caminos de la niñez: no es mucho pedir en frente de un pesebre.
¡Feliz navidad!.