Nunca fui atleta. y descubrí el correr
Por LELA MOORE
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Se esperaba que más de 50.000 corredores participaran en la Maratón de la Ciudad de Nueva York el pasado domingo. Algunos de ellos corredores de élite que persiguen la gloria; el resto busca un récord personal o un tiempo de clasificación para la Maratón de Boston, o simplemente llegar a la meta. No participé en la maratón este año, pero estuve allí animando a los corredores, con el cencerro en la mano. Y mientras admiro este espectáculo extraordinario, también espero con ansias mi próxima carrera y reflexionar sobre lo agradecida que estoy por haber encontrado un deporte como este.
Durante gran parte de mi vida, los deportes tenían poco atractivo. Pasé mi tiempo en la secundaria editando columnas para el periódico y conjugando verbos en latín. Sólo corría cuando nos veíamos obligados a arrastrarnos por la pista azul brillante corriendo una milla para completar la Prueba Presidencial de aptitud física.
Pero el próximo abril me uniré a un 20 por ciento de mis compañeros de la clase de 1994 y correré una media maratón en Nashville para recolectar fondos para el fondo de becas de nuestro colegio. Hemos creado un grupo de Facebook para apoyarnos unos a otros durante nuestro entrenamiento. Compartimos fotos de los paisajes que vemos en nuestras salidas a correr y nos animamos mutuamente para superar lesiones y los avistamientos de mapaches.
Yo empecé a correr hace 10 años, por mis 30 años, después de años de comenzar y abandonar el ejercicio y luchas con trastornos alimentarios. Necesitaba encontrar un entrenamiento que pudiera hacer de manera consistente, en cualquier momento, sin pagar una cuota de membresía. Solo un problema: no sabía cómo correr. Lo había hecho sólo con un profesor de educación física sosteniendo un cronómetro y llamándome “abuela”.
Encontré un programa de Sofá a 5k en internet y me abrí camino hasta las 3.1 millas recetadas. Por mi cuenta, sin el énfasis en la velocidad o el tiempo, encontré para mi asombro que disfrutaba correr. Una amiga me mencionó que planeaba hacer una media maratón con un grupo de caridad. ¿Por qué no iba a una práctica con ella y lo intentaba? Lo siguiente que supe fue que estaba entrenando para una media maratón con ella. Una milla a la vez.
Nunca fui una atleta. Me gustaba nadar, pero tropezaba en tierra. Me gustaba la gimnasia, pero tengo 5 pies y 10 pulgadas de estatura. Todos los errores causaban el fracaso de todo un grupo de personas, y no tenían miedo de hacérmelo saber. Elegí mi escuela secundaria porque no requería presentarse para un equipo.
Después de correr la primera media maratón en San Francisco en 2008, entrené y corrí una maratón. Luego corrí la maratón de la ciudad de Nueva York, dos veces. Corrí media maratón en menos de dos horas. Gané mi grupo de edad en un 5k. Y cuando no tuve éxito, cuando estaba herida o cansada o mis piernas encalambradas, me dijeron que estaba bien, que descansara, que lo intentara de nuevo al otro día o la próxima semana o el próximo mes.
En este sentido, correr en el grupo de caridad fue una revelación. Tenía un equipo de personas: gente con quien hacer ejercicio, hablar sobre las 15 millas agotadoras y fartleks por colinas, pero no estaba compitiendo con ellos. Estaba compitiendo solo conmigo misma. Y cuando logré un éxito personal, estas personas me animaron. Me dijeron que podía ir incluso más rápido, incluso más lejos. Se convirtieron en mis mejores amigos.
Y ahora he completado el círculo, volviendo a los compañeros de clase que me conocieron cuando era una adolescente torpe, para compartir este deporte que se ha convertido en un estilo de vida. Estamos descartando las etiquetas detrás de las que nos escondimos cuando niñas y volviéndonos nosotros mismos en el camino