Columnistas

OBRAS Y ASPIRACIONES

18 de octubre de 2015

Estamos pasando el fragor de las campañas políticas, las locales, que por su naturaleza, tienen especial cercanía con el ciudadano del común. Muchos candidatos en sus discursos se centraron solo en los medios y no en el fin. Cuando hacen sus propuestas en campaña, hay todo un arsenal de obras prometidas, casi nunca contrastadas y muchas veces lejanas de lo que es posible con los recursos disponibles. Kilómetros de vías pavimentadas, creación de empresas gigantes, ferrocarriles, megaobras, y así se van yendo: que esto, que lo otro, promesas y promesas de obras, muchas imposibles de hacer o que no guardan sentido con una visión de largo plazo: hay que prometer obras y obras, eso gusta.

Muy pocos, unos cuantos tal vez, combinan un discurso de acciones y ejecuciones posibles con referencias específicas a la sociedad que queremos ser, a una construcción colectiva que no tenemos. Si bien todos evocan términos abstractos: paz, equidad, igualdad, prosperidad, vida, es posible identificar solo unos cuantos que los articulan con una verdadera visión de futuro. Y esto es fundamental para una sociedad. Que sepamos a qué aspiramos, que haya un verdadero modelo, una idea clara de hacia dónde nos dirigimos. Hay que trascender el discurso solo de cifras y obras, muchas de ellas falsas promesas de politiqueros de ocasión, y acompañarlo de un norte que debemos ir ejecutando con perseverancia y disciplina.

Esto sucede porque en realidad muchos de los políticos no tienen claro qué tipo de sociedad aspiramos ser y por lo tanto hablan más del medio que del fin. Y no les interesa pensarlo ni definirlo. Sabemos que una gran cantidad anda detrás de embolsillarse los recursos públicos, de apalancarse en la burocracia o detentar el poder como fin en sí mismo.

Hay electores que se centran en las obras y se dejan llevar por falsos cantos de sirena. Por supuesto que es muy importante resolver problemas concretos con obras específicas y tener claro lo que se puede hacer, pero creo que se deben acompañar estas acciones con una dialéctica que permita una visón más amplia de lo que anhelamos como sociedad. Y los electores debemos responder también a esto, a que los candidatos que tengan claro qué queremos llegar a ser.

Digo lo anterior porque me parece que los políticos tienen un rol fundamental en explicar el tipo de sociedad a la que aspiramos. Mas allá de ciertas posturas ideológicas en los partidos políticos, en Colombia todo es muy confuso para el ciudadano. Ese sueño colectivo ha sido más un ejercicio que se realiza en ciertos círculos académicos, cuando por el contrario debería permearnos a todos, deberíamos llevarlo en el corazón y sentirnos parte del mismo.

Hay en el debate democrático candidatos informados que se han centrado en preguntas relevantes. Hay otros que se han dedicado a prometer y mentir deliberadamente. Es claro el camino que debemos escoger. Necesitamos gobiernos que instruyan, enseñen, guíen, eduquen, cultiven valores, cambien paradigmas, cuestionen certezas, despierten inquietudes, exploren respuestas, nos sacudan... Así crece una sociedad.