Columnistas

Otra tarea que queda inconclusa

20 de mayo de 2016

Casi 30 millones de hectáreas conforman los más de 31.000 humedales identificados hoy, en 1.100 de los 1.122 municipios que tienen porcentaje de territorio en uno de esos cuerpos de agua, con casos como el de Mompox con un 98 % de jurisdicción húmeda.

Aunque nadamos en agua, carecemos de ella. O, mejor, hace falta en varias regiones por el mal manejo e imprevisión para enfrentar los ahora más frecuentes y fuertes vaivenes climáticos.

El Instituto Humboldt acaba de entregar el segundo volumen de la extensa investigación Colombia Anfibia, que analiza problemas que enfrentan, así como el estado del conocimiento sobre estos ecosistemas que, se ve, son estratégicos por donde se mire.

En ellos se encuentra el 42 % del ganado, 35 % de las áreas de pasto, 28 % de las de arroz y se produce el 60 % de la pesca que consume el país.

Es más: allí están 154 de las 195 áreas petroleras y 299 de las 311 áreas para exploración petrolera.

Y en sus áreas de influencia reside casi la mitad de la población.

Pese a los beneficios que prestan, los citados y muchos más, 24 % de las áreas de humedal presenta algún grado de transformación, en su mayoría por la ganadería, la agricultura y la deforestación.

Dependemos del agua, la tenemos a nuestro alrededor, a veces nos ha hecho falta pero al mismo tiempo no nos importa.

Un descuido evidente en las palabras de la directora del Instituto: se disolverá el equipo que ha venido estudiando los humedales, porque no hay recursos para continuar.

Urge, por ejemplo, delimitarlos para ayudar a protegerlos, tarea pendiente.

Para preservar el más preciado bien de los colombianos no hay dinero. Mientras, abundan recursos, como los de la venta de Isagén para hacer autopistas, puertos y obras de infraestructura que, vaya paradoja, en muchas ocasiones afectan los humedales porque se sacan a pupitrazo limpio sin interesar la suerte de lo que hay alrededor.

Vino El Niño y hubo sequía en regiones, mortandad animal en humedales mal cuidados. Vendrá La Niña y ese manejo volverá a pasar factura, entre otras por invadir los espacios del agua.

La tarea quedará a medias, sin la continuidad que requieren los humedales para entenderlos, protegerlos y manejarlos bien.

Pero las autopistas marchan raudas. Al fin y al cabo, cemento mata agua.

¿Hasta cuándo?.