Columnistas

¿OTRO GOLPE A LA CONFIANZA?

03 de julio de 2017

Es un síntoma más del alcance que tiene ese mal que se ha enquistado en nuestra sociedad: el fiscal anticorrupción ha sido capturado con fines de extradición precisamente por un presunto acto de corrupción. Se le acusa de haber recibido dinero para que desviara o entorpeciera unas investigaciones en contra del exgobernador de Córdoba, Alejandro Lyons. Un hecho realmente desalentador.

Dentro de todo el curso de acción que llevó a esa determinación por parte de la Fiscalía y considerando el daño tan grave que la noticia causa a su credibilidad, me parece que fue una acción destacable lo que se hizo. No sé si lo digo para no perder la esperanza y caer en el desánimo sintiendo que el país no tiene arreglo, pero quiero mirar desapasionadamente el asunto. La celeridad con que se actuó (el tipo parece que recibió el soborno hace apenas dos semanas en EE. UU.) y la forma en que la vicefiscal María Paulina Riveros divulgó los hechos me llevan a tener un resquicio de optimismo: “Con indignación y profundo dolor institucional, me veo en la obligación de informar a la opinión pública que, en el día de hoy, quien fuera hasta la fecha director de la Fiscalía Nacional Especializada contra la corrupción, Luis Gustavo Moreno Rivera, acaba de ser capturado por un grupo élite” dijo la funcionaria.

Se enfrentó la situación con entereza. El tipo había sido nombrado por el Fiscal Martínez y se asumió esa responsabilidad. No se tapó ni se sacaron disculpas. Ahora bien, en este país de apasionamientos, suspicacias, desconfianza y torcidos, nos gusta siempre dar una segunda lectura a todo y tratar de ver dónde está la malicia del asunto, descubriendo conspiraciones (reales o ficticias) en todos lados. En este caso ya se está sugiriendo por ahí que lo querían sacar del camino para entorpecer procesos que estaba adelantando. No creo, más bien lo echan y ya, evitándose todo ese desgaste institucional. Lo cogieron luego de haber recibido un soborno. Y además fueron los gringos los que aportaron las pruebas y ahí las cosas se ponen serias.

Sí, somos un país que va interpretando cada caso según convenga, con fanatismo y generalmente a la luz de los prejuicios. Es un juego en el que la verdad pierde y nos mantiene en constante crispación, alerta, desasosiego. No somos serios ni tenemos ponderación y calma para analizar los hechos. Nos dejamos llevar por el arrebato.

Con calma veo muy positivo el actuar de la Fiscalía. Trato de mirar desprevenidamente lo que sería un golpe más a la confianza en la institucionalidad del país como lo señalo en el título de la columna e intento por el contrario encontrar motivos de confianza. El fiscal tiene una gran responsabilidad en devolverla y espero actúe en consecuencia. Habrá que revisar con cuidado qué más alcanzó a hacer ese sujeto por donde pasó en su largo trajinar público. Muchas cosas saldrían a la luz.

Quiero creer en la posibilidad real que tenemos de construir un país diferente. Eso se inicia confiando. Va llegando el tiempo de confiar para construir colectivamente. Así nos griten ingenuos.