Poesía empresarial
La visita de Belén Torregrosa, filóloga española, asesora en comunicaciones y docente, puede servir para motivar una buena tertulia. Creíamos que venía a hablar sobre cómo contar buenas historias y terminó, además, sembrando en nosotros un mensaje mucho más profundo. Nos recordó que las empresas pueden y deben hacer magia y bañar el mundo de poesía. ¿De qué servirían la estrategia, los productos y servicios, el crecimiento, los resultados financieros, las fusiones y adquisiciones, si no fuera para hacer más hermoso el universo?
En la era del capitalismo consciente, con sus imprescindibles reflexiones éticas, sería interesante, además, incluir la cuestión de la estética en la actividad empresarial. ¿Invitamos a emprendedores, comunicadores y artistas a conversar sobre las empresas como fuente y canal de contenidos que inspiran, enamoran, seducen, educan e inventan nuevas realidades?
Imaginemos unas organizaciones en las que se cocinan mitos, que educan al hablar, abrazan la ambigüedad, nos sacan suspiros al escribirnos, nos hacen reír y son capaces de reírse de ellas mismas: empresas que más que operar, transforman vidas. Cuando se te acercan, generan confianza, porque conocen el antiguo arte de contar historias. Así, como dijo nuestra visitante, les dan a las personas lo que están buscando: “la gente quiere historias que le ayuden a conectar con su intuición, ese lugar donde uno simplemente es”.
¿No crees que Celsia es una de las empresas más poéticas de nuestro país? Al ver sus redes sociales, siempre encuentro algo que me asombra. Ver a Ricardo, su presidente reconociendo una oportunidad de mejora e interactuando por Twitter con usuarios y ministros, con igual sencillez, produce admiración profunda. ¿Has visto que usan el humor sin caer en la chabacanería? ¿No te contagias de su compromiso con las energías renovables y con la innovación? Esta empresa de ingenieros nos está enseñando a soñar. Allí saben, como aprendimos esta semana, que “nuestro trabajo es proyectar sentido, diseñar significado, inventar hilos que sirvan de pegamento para estos tiempos líquidos”. Hacen “poesía por internet”, como dice Belén.
¿Será que llegamos a la era donde los más grandes gerentes son también artistas? Me gusta pensar que llegó la hora de los empresarios que esconden en casa a un ávido lector, a un poeta audaz, a un artesano del pincel, a un romántico que toca la flauta o a un fotógrafo de lo inesperado. Solo estos hombres y mujeres serán capaces de hacer de su vida y sus organizaciones verdaderas obras de arte. Se trata de líderes que, en lugar de querer dominar el mundo y criticar desde un pedestal inexistente todo aquello que debería funcionar mejor, aprendieron, como sugiere Belén, a “bailar con la realidad”, a transformarla con sus historias, y a permitirnos ver, por fin, su más sublime belleza.
Para despedirme, te transcribo una de mis frases favoritas de esta exploradora del mundo y sus símbolos, para que abra a nuestro encuentro:
“La poesía, por su brevedad, encaja muy bien en estos tiempos de velocidad y falta de atención. También por su capacidad para aproximarse a la verdad sin sentenciar, lejos de ese autoritarismo que ya no conecta con las nuevas generaciones, cerca de la atracción visual -tan cercana al diseño- que ofrecen los símbolos”.