Poesía y poder
Por Lina María Múnera G.
muneralina66@gmail.com
En 1963, un mes antes de morir, John F. Kennedy dio un discurso en homenaje al poeta norteamericano Robert Frost. Sus palabras profundizaban en esa capacidad que tiene la poesía para cuestionar, redirigir y equilibrar al poderoso: “Cuando el poder conduce a los hombres hacia la arrogancia, la poesía le recuerda sus limitaciones. Cuando el poder estrecha las áreas de preocupación del hombre, la poesía le recuerda la riqueza y diversidad de su existencia. Cuando el poder corrompe, la poesía limpia, porque el arte establece las verdades humanas básicas que deben servir de piedra angular de nuestra capacidad de juicio”.
Hoy hace 22 años la Unesco declaró el 21 de marzo como el Día Internacional de la Poesía, esa que habla de nuestra humanidad común y nuestros valores compartidos. La que remueve emociones, abre posibilidades y alivia cargas existenciales. La que invita a reflexionar sobre nuestro entorno con un lenguaje atemporal que evoluciona a medida que nuestra forma de relacionarnos con el mundo lo hace. Su fuerza reside en que puede hablarle a cualquiera que se detenga un momento a escucharla con la mente y el corazón abiertos. La poesía no sólo es un bálsamo para el alma, es también una herramienta de lucha frente a las injusticias del mundo.
En tiempos convulsos (¿cuándo no lo son?), se deben explorar caminos que permitan un desahogo no sólo a nivel existencial, como individuos, sino también como sociedad. Muchas expresiones artísticas contemporáneas se nutren de la poesía para manifestar su inconformismo. Tal es el caso del rap, que utiliza estructuras de la métrica y la rítmica para hablar de la calle o para protestar. Y esa es otra forma de poder, el que da la palabra libre, escogida de manera cuidadosa, para contar verdades de una realidad común que a veces puede ser asfixiante.
Y ya de manera más intimista, alguien dijo que la poesía sirve para darle ritmo al silencio. Tras un año en el que hemos venido acumulando soledades, ausencias e incertidumbres, insatisfacciones íntimas e inconformidades irreductibles, se podría pensar que estamos listos para acercarnos a ella desde la descripción que hace Óscar Wilde: la obra del poeta es la realización de la vida que no ha logrado vivir. Porque tal vez muchas de esas cosas que hemos perdido durante este tiempo pueden entenderse mejor en verso. Para confirmarlo, Robert Frost:
El peligro de la esperanza:
Es justo allí / A mitad de camino entre / El huerto desnudo / Y el huerto verde, / Cuando las ramas están a punto / De estallar en flor, / En rosa y blanco, / Que tememos lo peor.
Pues no hay región / Que a cualquier precio / No elija ese tiempo / Para una noche de escarcha