¡POR EL DERECHO A LA CIUDAD!
Medellín es en este momento pionera en el irrespeto a los espacios públicos, no en preservar el derecho colectivo de todos a la ciudad. La “tacita de plata” de antaño se convirtió en un gigantesco parqueadero para vehículos automotores, talleres de reparación y negocios de particulares en las calles; hoy solo reinan el caos, el desorden y el desgobierno.
Basta caminar por los barrios, los casi inexistentes parques o las avenidas más importantes, para constatar la desorganización y la ausencia de autoridad; particulares y hasta servidores oficiales hacen de las suyas y es imposible transitar. Usurpar el espacio común es un pasatiempo de los inescrupulosos.
De un modelo prohibicionista en esta materia, que regulaba los zonas e imponía las sanciones dispuestas en la ley para los infractores, se pasó a un patrón que no reglamenta ni sanciona casi nada, porque los servidores encargados de estas funciones no actúan y, con ello, bordean la ley penal al realizar posibles prevaricatos por omisión: artículo 414 del Código Penal. Ellos, como hacen los encargados del tráfico automotor, prefieren mirar cámaras de seguridad instaladas en sitios públicos e impartir exiguos comparendos desde sus escritorios, mientras afuera se cometen, por miles, las casi 350 infracciones de tránsito existentes cuyo listado difunden en la web (https://www.medellin.gov.co/movilidad/infracciones).
Se acabaron los controles. Por ejemplo, el modelo de los parquímetros (con sus zonas de estacionamiento regulado, ZER), que buscaba recuperar el espacio público y ordenar el tráfico automotor terminó convertido en un fracaso; las estadísticas emitidas por la Secretaría de Movilidad de Medellín lo comprueban: en el 2015, se reportaron 27 comparendos sin inmovilización de los vehículos, mientras particulares inescrupulosos montaron su propio negocio de parqueaderos con ese diseño, mediante el sistema de acomodadores informales. Eso sí, se exhiben en la web esas escandalosas cifras en papel virtual con los membretes diseñados por la nefasta administración anterior: “Medellín todos por la vida” (mientras matamos a nuestros habitantes con la contaminación asfixiante) y “La ciudad más innovadora del mundo” (algo que suscita hilaridades).
Por supuesto, la opinión pública espera un informe objetivo y cierto de lo sucedido a partir del quince de junio de 2007, cuando se puso en ejecución el Convenio Interadministrativo celebrado entre la empresa Terminales Medellín y la Alcaldía a través de la antigua Secretaría de Tránsito y Transportes; y, ojalá, la Contraloría exhiba sus estudios. Es más, debe hacérsele un seguimiento muy serio al nuevo contrato interadministrativo 460063253 de 2016.
Sin duda, el tráfico automotor (¡no se olvide a los irresponsables conductores de motos!) y el manejo del espacio público se le salió de las manos a las autoridades y nadie sabe qué hacer en medio de este desgobierno, de esta desaparición de la autoridad que por todas partes se evidencia, como si no hubiese quien aplicara la ley y, en particular, el vigente Código de Tránsito.
Urge, pues, respetar el artículo XIII de la Carta Mundial por el Derecho a la Ciudad –el anhelo de Lefebvre–, intitulado “Derecho al transporte público y la movilidad urbana”, cuando señala: “1. Las ciudades deben garantizar a todas las personas el derecho de movilidad y circulación en la ciudad, de acuerdo a un plan de desplazamiento urbano e interurbano y a través de un sistema de transportes públicos accesibles, a precio razonable y adecuados a las diferentes necesidades ambientales y sociales (de género, edad y discapacidad)”. Y, “2. Las ciudades deben estimular el uso de vehículos no contaminantes y se establecerán áreas reservadas a los peatones de manera permanente o para ciertos momentos del día”.
En fin, ahora las preguntas obligadas son: ¿quién va a poner orden en la casa? ¿Qué va a hacer la actual administración para lograr que nuestra ciudad –acostumbrada a pensar en los cuentos de hadas de los hermanos Grimm, gracias a sus ineptos burgomaestres– sea más amable, respetuosa, vivible, pacífica, y se acabe el enrarecido desorden actual? .