por un cine inútil
PorSantiago Henao Vélez
Politécnico Jaime Isaza Cadavid
Comunicación Audiovisual, octavo semestre
sanvelez_93@hotmail.com
Mucho se ha hablado ya sobre cuál debería ser el papel del séptimo arte en el mundo, y no es que este sea un cuestionamiento contemporáneo ni mucho menos, pero sí es una discusión que durante los últimos años se ha hecho bastante recurrente. ¿Debe tener el cine un compromiso social? ¿Tiene el cineasta la misión de informar sobre su realidad? ¿Qué hacer con él? ¿Entretener?
Son muchos los que creen que el cine, debido a la masividad que tiene en comparación con otras artes, debe tener un mayor compromiso con la sociedad, ¿cambiar el mundo? ¿Salvarlo? El cine no debe tener ningún compromiso con nadie, ni con nada; este solo tendría que ser el reflejo de la angustia personal del director, es por esta razón que soy un convencido del potencial del cine de autor, porque es allí donde el cineasta tiene la libertad de expresarse, de ver la vida.
Aquí el director es el creador de un mundo que tiene sus propias reglas, un mundo que no obedece a patrones clásicos ni a intereses comerciales. El cine debe ser ante todo honesto con quien lo hace, no podemos hacer un cine que esté pensado exclusivamente para satisfacer el ocio de los espectadores o para complacer el gusto de los críticos y los festivales, y ojo, cine de autor no es sinónimo de un cine descontextualizado del mundo, al fin y al cabo detrás de una película existe un ser humano que solo puede hablar de lo que es y por consiguiente ser un espejo de la realidad.
Pero la cuestión no es tan sencilla, el cine responde a una serie de variables económicas que, como en cualquier industria, tienen como fin proteger la economía de esta, y cómo no, si el quehacer cinematográfico es supremamente costoso; pero aun así esto no significa que el director deba abandonar su papel como creador de su obra por el desespero de llenar cada silla de la sala de cine.
Para que pueda existir el cine de autor es indispensable que detrás de la obra exista una persona que sea capaz de plasmar a través de la cámara un mundo inexistente y un universo que solo puede ser creado por el artista, un artista que es capaz de desnudarse con el único fin de reflejar sus sentimientos e inquietudes en la pantalla. Debemos apostarle a un cine libre, inútil y sin pretensiones de ningún tipo, porque es en esta medida que lograremos encontrar en el lenguaje audiovisual la capacidad para crear mundos expresivos, donde las personas son capaces de adentrarse en el mundo de su autor.
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