Columnistas

Premios Ciudad de Medellín a la Calidad Educativa

01 de julio de 2016

La ceremonia de los Premios Ciudad de Medellín a la Calidad Educativa es un evento que emociona, por el merecido reconocimiento que hace a los docentes y a las instituciones educativas de la ciudad. El próximo mes de noviembre se cumplirán diez años de esta formidable idea, convertida en ordenanza municipal durante la alcaldía de Sergio Fajardo. La elaboración de las postulaciones, que se hacen durante todo el año escolar, es ya un importante ejercicio de escritura, que permite visualizar las marcas más significativas de los proyectos educativos y de los docentes que los hacen realidad. Pero hay un par de publicaciones que se vienen haciendo anualmente, desde el comienzo de esta iniciativa, que, disponibles en todas la bibliotecas públicas de la ciudad, se han convertido en valiosísimos referentes de investigación cualitativa. Me refiero a los libros Esta es mi escuela y Los maestros cuentan. Dos textos que huelen a aula, guardan el eco de sonidos que se cruzan en los pasillos de recreo, obturan sollozos de alegría y lágrimas, y traslucen la pasión con la que muchos docentes del sector oficial y privado construyen proyectos de vida, acompañando procesos de aprendizaje en los que ellos también crecen en el día a día.

Son dos escrituras que conjugan las miradas que se precisan para una mayor comprensión de nuestras prácticas y de nuestras propias historias en la docencia: la escritura que narra desde la subjetividad, desde lo personal -es el caso de Los maestros cuentan-, y la escritura de observadores externos, Esta es mi escuela, que aporta aquellas aristas que no vemos quienes estamos metidos dentro del bosque. Sensaciones desde dentro y miradas desde fuera, dos perspectivas inevitables de articular, para una mejor percepción de la historia de nuestras escuelas y de los trazos en la construcción del edificio personal que allí vamos tejiendo.

El libro Esta es mi escuela da cuenta de las instituciones educativas oficiales y privadas que fueron galardonadas por su calidad, procesos de mejoramiento y experiencias pedagógicas significativas. Son crónicas en el lápiz de observadores externos, que se acercaron a estos colegios para percibir de cerca las marcas en la piel de su historia. El libro Los maestros cuentan es una escritura de los docentes galardonados, que escudriña las escenas, a veces sutiles y leves, y otras de conmovedor recuerdo, algunas selladas con lágrimas de emoción o dolor, en unos casos por las experiencias significativas que lideran en sus colegios, y, en otros, por el recorrido de su historia en la docencia. Para su escritura, cuentan con la asesoría de expertos, quienes consiguen aflojar su cuerpo, mente y lápiz, no solo para recordar, sino, además, para resignificar su historia en la docencia.

Vale la pena preguntarse de qué le sirven estas publicaciones a la ciudad, a sus escritores y a las colectividades y sujetos allí reconocidos. Se trata de dos aportes a la investigación educativa, una disciplina que es necesario robustecer en el desempeño de los administrativos y docentes. Sabemos que las prácticas que no se escriben, quedan invisibles o se olvidan. Para quienes se han atrevido a escribirlas, más que una meta, son un punto de partida. Para los que aún no se han aventurado en este ejercicio, una invitación a ampliar la conciencia de lo que hacen. Este esfuerzo anima la sensación de que los maestros pueden escribir, que las cosas que hacen vale la pena contarlas y que, escribiendo, entienden mejor lo que hacen, y abren un camino de transferencia que puede ser útil para otros contextos.