Columnistas

PREPARAR LA VERDADERA NAVIDAD

10 de diciembre de 2018

De niños nos impresionaba la expresión: “No hay peor ciego que el que no quiere ver”. ¡Producía indignación pensar que alguien con todas sus posibilidades, por decisión individual y caprichosa; por terquedad y obstinación decidiera...No ver! Pero, lo que no imaginábamos era que, con el paso de los años, esto dejara de ser una situación o caso particular para llegar a ser una condición social y colectiva. Hoy por hoy, con tantas ventajas que nos ofrece este mundo, es justamente la sociedad local, nacional e incluso global, la que empeñada en mirarse sólo así misma; en ver lo que quiere ver... sintiéndose muy fuerte y segura con estos procedimientos errados, decide torpemente ¡que no quiere ver! Cuando desaparece la ética, y todo es llevado a la ideología –con mediación política- terminamos deformando la realidad, por nuestros intereses, “torcidos”; decidiendo ser los ciegos que “tienen la potestad” de no querer ver.

Desde el domingo pasado, la Iglesia nos invita a cambiar muchas actitudes de vida en la espera del Señor que viene; que se encarna de nuevo en el mundo. Hoy, en este segundo domingo de Adviento nos pide por boca de Juan Bautista, que preparemos el camino a la llegada del Señor. Se trata, pues, de un proceso de conversión que se nos ofrece para ordenar “enderezar” lo torcido e igualar “abajar”, lo elevado o rellenar lo vacío.

Quizá con el paso de los días, antes de terminar este año, podamos celebrar la verdadera Navidad. Ojalá esto nos comprometiera –seriamente- para abrir puertas y caminos a la bondad, al Salvador. El salmista también nos anima a cambiar y cantar, para experimentar con certeza, la llegada de la salvación: “El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres..., porque cambió la suerte de Sion”. Como ellos, que pudieron ver, “salir de la ceguera”, así nosotros podremos experimentar la Salvación.

Nuestro mundo, no está bien. Esto lo experimentamos, en nuestro país hace buen tiempo; desde diversos frentes. Por eso en la espera del Señor (Verdadera Navidad), queremos cambiar nuestra suerte y situación. Queremos orar y obrar. Tenemos suficientes desórdenes que hacen que nuestro camino esté “torcido” y se deba enderezar. Hay mucha confusión-desolación, porque hay mucha soberbia, altanería y orgullo que hay que “abajar”. Finalmente, tenemos muchos vacíos desde la dignidad y los derechos de todos, especialmente de los pequeños y débiles, que debemos llenar.

Quiera el buen Dios que, celebrando Navidad con la espera de un año nuevo; esto sea expresión de algo distinto y mejor. Que sea el Señor quien cambie nuestra suerte y nos regale su amor y salvación. Que nos dispongamos, cediendo a lo que tenemos que ceder y cambiar; permitiendo la llegada del Señor. Que no terminemos otro año, simplemente, siendo los ciegos que no quieren ni puede ver. Preparemos desde ahora, la llegada del Señor Dios, nuestro Salvador. Para todos: Feliz Navidad.