¿Qué más podría hacer un alcalde?
Como en Medellín cada cual se siente facultado para ser secretario de movilidad o director técnico de la selección para triunfar en el Mundial, no faltan los ciudadanos que estén cuestionando la tarea del Alcalde y la administración municipal en la compleja empresa de restablecer el orden y la seguridad en zonas afectadas por la delincuencia como la Comuna 13.
Cada ciudadano tiene pleno derecho a controvertir decisiones oficiales y recomendar las que, a su juicio, resulten preferibles, en cualquiera de los frentes de la misión asumida por la administración. Pero hay algunos que, en especial en la plaza pública virtual de las llamadas redes sociales, aportan no sólo críticas y propuestas sino también reparos cargados de veneno y aparente mala fe, para descalificar sin argumentos convincentes las actuaciones del Alcalde y sus colaboradores, señalarlos como ejecutores de políticas demagógicas o afiliarlos sin pruebas a determinados grupos o corrientes políticas, sobre todo en estos días de crispación preelectoral.
Se le atribuye al Alcalde Federico Gutiérrez una presunta falta de liderazgo. He leído en Facebook y otros medios algunos mensajes en los cuales se asevera que parece ausente, de espaldas a la realidad, y que ha sido negligente ante los problemas de los habitantes menos protegidos de los barrios. Se ha dicho que la administración carece de planes que aseguren la solución de problemas sociales acuciantes. Todo eso es falaz.
Por supuesto que faltará mucho por hacer, pero es disparatado desconceptuar una Alcaldía en la que el liderazgo ha sido manifiesto, permanente y serio. La presencia del Alcalde y sus coequiperos, en buena parte excelentes y comprometidos con la ciudad, ha sido constante y con el necesario e inevitable componente mediático, porque no faltaría más que desdeñar la capacidad de propagación de medios de carácter público dotados de la capacidad de convocación de Telemedellín. A veces hemos cuestionado ciertas apariciones de Federico, por ejemplo cuando salió a perseguir él mismo a un ladrón. A la hora de la verdad, con esa actitud sorpresiva dio ejemplo de valor civil, aunque se arrogara atribuciones propias de otros funcionarios.
Medellín ha sido afortunada en materia de administración. Los alcaldes, unos más acertados y otros menos, se han caracterizado por una especial vocación de servicio. Se necesitan condiciones superiores para aceptar un cargo de tan grave responsabilidad, en el cual se afrontan riesgos tremendos, como consta que ha sucedido en la actualidad. Y la ciudad tiene planes providentes. La inversión social, por ejemplo, es de gran magnitud. El trato a la delincuencia no puede limitarse a la difusión de cartillas cívicas y consejos bien intencionados. El uso inteligente, sereno pero eficaz de la fuerza legítima es un derecho y un deber de todo buen mandatario.