¿QUÉ SOCIEDAD QUIERO?
¿Qué tipo de sociedad quiere uno contribuir a formar? Fue la pregunta que se hizo Henning Mankell, famoso escritor sueco de novelas negras, para resolver lo que haría en la vida. Y con un personaje provocador llamado Kurt Wallender, inspector de policía, realizó una amplia saga que es una lectura deliciosa. A través de él, explora y cuestiona el mundo actual, sus formas y sus relaciones. Analiza también con especial agudeza la naturaleza humana. Profundiza en los anhelos e inquietudes del hombre de hoy. Todo en medio de las aventuras que describe. Fue su forma de preguntarse, debatir, cuestionar y, por supuesto, aportar al tipo de sociedad que quería contribuir a formar.
Esta es una pregunta pertinente para todos y cada uno de nosotros. Y la primera inquietud es si nos la estamos haciendo. Está bien y es natural que pensemos primero a nivel personal, sin recapacitar mucho en la sociedad, cuando entramos a indagarnos íntimamente lo que queremos hacer como proyecto de vida. Es posible, inclusive, como lo afirman científicos, que este tipo de comportamientos individualistas, por así decirlo, hayan servido en nuestro proceso de evolución como una forma de supervivencia en medio de un ambiente hostil. Pero aquí viene también una dosis de trascendencia: es también nuestro privilegio y responsabilidad superar las condiciones que en un pasado primitivo jugaban a nuestro favor y ahora, a través de la reflexión, la ética y la moral, poder cambiarlas para pensar en construir colectivamente y con la contribución personal concreta, una sociedad donde quepamos todos y se nos respete en civilidad, libertad, justicia y equidad.
Creo que más allá de los proyectos individuales que tengamos, de lo que queramos hacer con nuestras vidas, de los logros y metas particulares, esta es un fin superior: la sociedad que queremos construir. Es nuestro principal proyecto. Es inevitable, somos seres gregarios y dependientes los unos de los otros y además porque es precisamente allí, en sociedad y civilidad, donde es posible realizar nuestros sueños individuales, diversos como lo somos todos y cada uno de nosotros.
Y hay que decirlo: somos aún una sociedad inmadura, narcisista fundamentalmente, que no supera el yo atávico que traemos incorporado y esto se evidencia en muchas de nuestras actitudes. Nos falta trascender a la verdadera interdependencia entendida como el reconocimiento del otro y la comprensión de la sociedad como construcción colectiva que busca el desarrollo pleno de todos. Estamos en la infancia, resolvemos nuestros problemas por separado y apuntamos nuestro dedo acusador al Estado y a los otros con mucha facilidad, sin ser conscientes de nuestra responsabilidades y deberes ante lo que sucede.
La pregunta de Mankell es una invitación a atreverse a soñar y actuar en consecuencia. Poco hablamos seriamente del tipo de sociedad a la que aspiramos. Poco miramos si realmente estamos contribuyendo con nuestras acciones y reflexiones a que este sea un mundo mejor. Y es un deber no solo con nosotros mismos y con el otro, sino con el futuro y sus generaciones.