Columnistas

¿Quién sostiene a Iglesia?

10 de noviembre de 2015

Al leer con tristeza y desconcierto las últimas noticias con respecto al llamado “Vatileaks II” me pregunto quién sostiene la Iglesia. No hablo de un sostenimiento material sino espiritual. Un sostenimiento que hace que aun existan tantas personas que sigan acudiendo a los sacramentos, alimentando una vida de fe, traduciendo su encuentro con Dios en obras donde brilla la generosidad, asistiendo a catequesis o grupos de oración y confiando en la ayuda espiritual de sacerdotes, religiosos y personas de fe. ¿Será que no leen noticias? Dudo que esa sea la causa y más en este momento de la historia.

Sorprende que la fe de tantos persista e incluso aumente en medio de las múltiples tormentas mediáticas que vienen muchas veces de hechos reales de corrupción, abusos de poder (y sexuales, con el dolor de mi alma) de parte de algunos miembros de la Iglesia.

Hace un poco más de un mes estuve en Filadelfia en las actividades presididas por el Papa Francisco durante su visita a Estados Unidos. Cerca de un millón de personas acudimos a escucharlo (y millones más lo siguieron por televisión). El fervor y el entusiasmo eran contagiosos. El catolicismo no está en decadencia.

Quienes sostienen la Iglesia son los santos. Y no solo los canonizados, que son un mínimo porcentaje, sino tantos santos “de la puerta del lado”, como les dice el Papa Francisco, que viven de acuerdo a como creen. Su amistad con Dios se la toman en serio y por ello saben reflejarla en cada uno de sus actos. Son capaces de sacrificarse por el otro, son prestos para servir, no alimentan envidias, buscan evitar y detener el chisme, vencen las tentaciones, saben con humildad pedir ayuda cuando están en dificultad, perdonan con la misma presteza con la que piden perdón, no buscan protagonismo, salen al encuentro del más necesitado ya sea material o espiritualmente.

“Imitar sus gestos de amor y de misericordia es un poco como perpetuar su presencia en este mundo”, dijo el Papa el pasado 1 de noviembre, en el día de Todos los Santos.

Sin embargo, hacen mucho más escándalo los clérigos o funcionarios de la Iglesia que buscan más servirse de su vocación para inflar su vanagloria, en lugar de hacer de su vida un constante servicio.

Está bien que los medios cumplan con su deber de denunciar el mal, incluso en aquellos lugares donde debería prevalecer el bien. Eso nos ayuda a quienes estamos en la Iglesia a ser más realistas y humildes, a examinar nuestra conciencia y a evitar que nos desviemos del camino.

Pero aún en medio de los revuelos mediáticos siguen brillando los buenos testimonios y las obras que sostienen de manera silenciosa a la Iglesia.

Bien dijo el Papa Francisco en una de sus homilías: “cuando se lleva dentro de sí el espíritu del mundo, cuando lleva esa paz que no es la del Señor, que es la paz mundana, la Iglesia se vuelve débil”. Pero paralela a esa mundanidad, están los santos, a quienes el Papa Benedicto XVI los llama: “verdaderas estrellas en el firmamento de la historia”, porque asegura que: “en su bondad de todos los días veo la verdad de la fe”.