Columnistas

RABIA EN EL CORAZÓN

04 de diciembre de 2018

El viernes pasado nos enteramos de la aterradora noticia que tres jóvenes llamados Andrés, Jaime y Santiago, quienes habían desaparecido desde el 18 de septiembre en la Comuna 13, fueron encontrados en una fosa de la misma comuna. Como ciudadanos debemos sentir rabia en el corazón y profundo dolor de ver cómo nuestra ciudad continúa en un círculo de violencia donde el respeto por la vida ha perdido el valor para algunos ciudadanos.

Hace algunos años tuve la oportunidad de conocer el proyecto “Cure Violence” quienes en Estado Unidos realizaron varios experimentos en algunas de las ciudades más violentas de ese país. Su fundador, Gary Slutkin, epidemiólogo de la Universidad de Illinois, en Chicago, parte de la premisa de que la violencia es una epidemia que puede combatirse a través de la intervención de personas capacitadas que ayudan a interrumpir la cadena de la violencia. Esto es, se puede romper este ciclo perverso si se identifican a tiempo personas involucradas en los posibles hechos, tratándolas y cambiando sus normas sociales. Este programa se convirtió en una fundación que hoy está en diferentes ciudades en Estados Unidos y el mundo. El programa en Chicago logró reducir los homicidios en 25 % dejándolos en 15,5 homicidios por cada 100.000 habitantes.

Ahora bien, en el caso de nuestra ciudad, la gasolina del narcotráfico no nos deja salir de este círculo violento que pareciera infinito. En el año 2015 logramos la menor tasa de homicidios de los últimos 20 años. La realidad es que todos los alcaldes se han preocupado por el tema, unos con mayores reducciones que otros, con estrategias más efectivas, pero al final sentimos que con cada captura de líderes de combos se reproducen automáticamente nuevos líderes que entran a disputar el control del narcomenudeo y las rentas ilegales.

A la fecha, la ciudad lleva un poco más de 566 homicidios y a este paso quedaremos en alrededor de 25 homicidios por cada 100.000 habitantes. Se hace necesario entonces buscar nuevas alternativas para disminuir la criminalidad, modelos como el “cure violence” pueden ayudar y vale la pena experimentarlos en nuestra ciudad. Necesitamos más inversión en educación en las zonas más críticas, oportunidades en proyectos concretos, como en su momento lo intentamos en Ruta N con Comuna Innova. Urge también, aumentar la fuerza policial, generar más confianza en los ciudadanos y por supuesto mayor implementación de tecnologías de cuarta revolución industrial que pueden lograr cosas que los humanos no hacemos con la precisión y velocidad que pueden ellas lograrlo.

A las madres de estos tres jóvenes decirles que sentimos dolor en el corazón por estos hechos, igual que con todas y cada una de las víctimas de este conflicto desolador al que tenemos que ponerle punto final de una vez por todas. Quiero terminar con una frase de Estanislao Zuleta sobre la guerra: “la erradicación de los conflictos y su disolución en una cálida convivencia no es una meta alcanzable, ni deseable, ni en la vida personal –en el amor y la amistad– ni en la vida colectiva. Es preciso, por el contrario, construir un espacio social y legal en el cual los conflictos puedan manifestarse y desarrollarse, sin que la oposición al otro conduzca a la supresión del otro, matándolo, reduciéndolo a la impotencia o silenciándolo”.