Columnistas

RAÚL AGUILAR, EL HISTORIADOR

24 de abril de 2017

Quien quiera saber acerca de los orígenes de Antioquia, de la vida y las acciones de los protagonistas de nuestra región, nativos o conquistadores españoles, para captar el verdadero sentido del fenómeno cultural de la antioqueñidad, tiene disponibles en las bibliotecas las obras de Raúl Aguilar Rodas, el empresario creativo, el investigador consagrado y el noble amigo y sapiente consultor cuya vida acaba de extinguirse.

Fue primero en El Colombiano y después gracias a la vocación por la historia como tuve la fortuna de tratar a Raúl Aguilar desde hacía años. Empecé a conocer varios de sus libros cuando los tenía en bosquejo. Por ejemplo, a mediados del decenio de los noventa, en su casa de Las Rozas, en Madrid, al regresar una tarde de Segovia (Raúl Aguilar fue con Inesita nuestro primer guía en la Madre Patria), me dio ocasión de hacerle algunas tímidas sugerencias, que aceptó de buen grado, para infundirle aire novelesco a la narración de La pasión del Mariscal Jorge Robledo, sin disminuirle ni un gramo de fidelidad a la verdad histórica.

Ya había publicado antes La montaña de oro, introducción para sus posteriores pesquisas y relatos sobre los hombres representativos y los acontecimientos trascendentales de Antioquia. Con ese libro mereció el primer premio en los Coloquios Históricos de Extremadura, en Ciudad Trujillo, cuna de Don Gaspar de Rodas, biografiado también por Raúl Aguilar. Su disciplina de investigador la había afinado en bibliotecas locales y regionales y mediante jornadas intensas de indagación en el Archivo General de Indias de Sevilla y en otros centros de consulta universitarios y académicos de la Península, en los que tenía la acreditación de estudioso permanente.

De la autoría de Raúl Aguilar, meritorio Presidente de nuestra Academia, son también los libros sobre la fundación de la Ciudad de Antioquia, el estudio sobre el origen de nombres y apellidos y costumbres y la monografía del periódico El Mundo, del cual fue cofundador, experto como era en los asuntos editoriales y las artes gráficas. En la Editorial de la Bolivariana fue invaluable su ayuda como atinado asesor durante más de diez años. Raúl personificaba el Espíritu Bolivariano, como egresado de Ingeniería Química y responsable de la dirección de la Emisora Cultural en su primera época.

Si me preguntan qué recuerdo con más afecto de Raúl Aguilar se me confunden las palabras en la aflicción que me causa su fallecimiento: Un talento excepcional para generar iniciativas e ideas innovadoras de sorprendente sentido práctico, la bonhomía, la sencillez, el carácter emprendedor, el culto a la amistad, la seriedad en el estudio y la divulgación de la ciencia histórica. Quedan de Raúl Aguilar sus obras, la evocación grata de su vida y un inmenso vacío con su muerte.