Responsabilidad social
Responsabilidad viene de responder, satisfacer una pregunta o propuesta, contestar a quien llama.
Si escucho con atención, sé cómo responder. Y como toda vida es vocación, llamada, a mí siempre me están llamando. Y la llamada viene de todas partes, en especial de mi Creador, pues él me crea y me conserva en la existencia por amor.
Con la encíclica “Alabado seas, mi Señor”, la responsabilidad social deja de ser un gesto de beneficencia o filantropía que agregamos a la misión de la empresa, para adquirir una envergadura colosal, como la respuesta de todo ser humano en su compromiso de relación de amor consigo mismo, con los demás, con el cosmos y con Dios.
La oración, entendida como ejercicio de escucha y respuesta, fundamenta la responsabilidad social. Mi Creador me llama sin cesar a la vida y espera que yo lo escuche y le responda. Esta es la oración, llamada y respuesta, que acontece sin cesar, reclamando vigilancia y generosidad.
La encíclica es, en realidad, un tratado de responsabilidad social, así utilice la expresión solo dos veces, pues está tejida sobre el fundamento de la relación, con esta afirmación muy repetida: “todo está relacionado”, “todo está conectado”. Se trata, por tanto, de responder a que la multirrelación sea de amor. Es esa la responsabilidad social.
Si “todo está relacionado”, el Papa ve que la empresa debe hacerse este planteamiento multimodal de discernimiento: “¿Para qué? ¿Por qué? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿De qué manera? ¿Para quién? ¿Cuáles son los riesgos? ¿A qué costo? ¿Quién paga los costos y cómo lo hará?” (185).
Hay realidades prioritarias, como el agua, que “es un derecho fundamental que condiciona el ejercicio de otros derechos humanos”, en que la responsabilidad social envuelve todo, incluyendo al consumidor, “pues comprar es siempre un acto moral” (206), y así el fabricante se ve obligado a ofrecer un servicio que responda a la demanda del consumidor.
La responsabilidad social nace de constatar que “Nunca hemos maltratado y lastimado nuestra casa común como en los últimos dos siglos”. Por lo cual, “estamos llamados a ser los instrumentos del Padre Dios para que nuestro planeta sea lo que él soñó al crearlo y responda a su proyecto de paz, belleza y plenitud” (53).
Por ser la encíclica “Alabado seas, mi Señor”, un tratado “sobre el cuidado de la casa común”, todo el planteamiento del Papa se puede resumir en la afirmación: responsabilidad social. El compromiso que debe alimentar todo corazón .