Columnistas

Rigoberto no estaba muerto

24 de julio de 2017

Es el colombiano que, hasta ahora, estuvo más cerca de ganar el Tour de Francia. A 54 segundos del gigante Chris Froome lo que, en una carrera de tres semanas (21 etapas) y 3.540 kilómetros, resulta excepcional. Por eso hoy en nuestra portada le dedicamos un título-etiqueta más que merecido: #RigoberTOURan.

Medios y periodistas de acostumbrado triunfalismo lo desahuciaron el último año, porque Rigo, aún con su alegría y buen humor acostumbrados, atravesaba un período gris de su carrera.

Otros, como un comentarista odioso de un periódico de Bogotá, se atrevieron a vilipendiarlo cuando Esteban Chaves perdió el Giro de Italia en la penúltima etapa, frente a Vincenzo Nibali. No importó que esperara a Chavito y tratara de ayudarlo mientras le fue posible. Rigo tenía que cumplir con su equipo.

Igual, Rigoberto podría haber reclamado, en este Tour, más cercanía, más apoyo de sus compatriotas en la carretera, pero él sí entiende que las circunstancias de rivalidad y profesionalismo superan cualquier pendencia regionalista y patriotera. Rigo no se despeluca, es fresco, espontáneo, auténtico. Evita las prevenciones que sobran en sus detractores.

Cuando ganó la etapa reina de este Tour, la novena, en el plató, en el set de transmisión de la cadena estadounidense NBC Sports, el manager general del equipo Cannondale, Jonathan Vaughters, se deshizo en elogios ante los millones de telespectadores que seguían la carrera: Rigo es un líder nato, magnético. Transmite confianza y optimismo a sus compañeros. Es divertido. Es, además, una celebridad en su país y en las redes sociales.

Los presentadores, entre ellos el exciclista Christian Vande Velde, estaban asombrados al ver a Rigo en semejante recuperación y fortaleza. En la lista de “contendores directos” de Froome aparecían Contador, Porte, Quintana, Bardet, pero a Urán no le daban ese estatus. Con los días, con el pasar de las etapas, Urán se ganó su lugar, recuperó el respeto y una popularidad de la que este país no tiene noción. Quienes tratábamos de no perder el hilo de la carrera desde otro país entendimos lo que valen nuestros ciclistas, lo que transmiten e inspiran en la carrera de ciclismo más épica y reputada que conozca la sociedad contemporánea. Lucha sobrehumana.

Rigo revivió un equipo que estaba cerca de perder su patrocinio y existencia en 2018. Y renovó, como suelen hacerlo nuestros ciclistas, la confianza en una nación aporreada por algunos genios destructivos, pendencieros y tramposos.

Antes de llegar a París, al segundo escalón del podio, Rigoberto recordó que este país puede soñar días mejores.