RIQUEZA-PODER DEL MAL
La Palabra de Dios hoy domingo invita a confrontar toda nuestra vida desde la sabiduría divina y optar definitivamente por este camino que es, sin dudar, el único verdadero para lograr la felicidad y vida eterna. Hay que ser sabios para ser santos: verdadera riqueza del corazón humano.
El evangelio hoy ofrece diversas enseñanzas o interpretaciones; sigamos un camino que nos permita sacar el mejor fruto.
Dios nos dio todo. Suficiente para todos, todo el tiempo, en su bella obra de la creación. La riqueza no resultó del don de Dios, sino de nuestra condición y des-orientación humana al comenzar a separar, excluir y apropiarnos de esos dones, según criterios, condiciones, lugares, circunstancias, razas, confesiones y culturas humanas. Así, comenzamos en la historia humana a generar distinciones, exclusiones y propiedades ilícitas, que fueron tomando forma hasta llegar a los sistemas económicos y sociales que hoy tenemos.
La riqueza llegó a constituirse como un conjunto de bienes espirituales, culturales y materiales con una distribución desordenada, injusta e inequitativa de los mismos, que terminó destruyendo la fraternidad y la solidaridad que generan los bienes comunes. Hoy, la riqueza quedó consignada a unos cuantos papeles para intercambio de bienes de valor: al dinero.
Perdimos, hace mucho tiempo, el verdadero valor, horizonte y sentido de la vida del ser humano; terminamos encerrados y esclavizados de nuestra ambición y los caprichos de nuestro “egoísta y perverso corazón”. Dejamos de ser administradores de los bienes, para volvernos sus esclavos.., sometidos a las cosas materiales..., al dinero. En este escenario, curiosamente, desarrollamos la “economía”, como una historia al revés, de pérdida y destrucción de valor. Historia hasta hoy de consumo, desgaste y depredación.
La riqueza-insaciable, generó pobreza y debilidad. Una terrible enfermedad, “garante aparente”, de nuestra seguridad y sentido de vida, pero realmente, causa importante de nuestra autodestrucción.
Jesús comprende que el Joven rico, que reconoce en Él la bondad (suma de verdaderos bienes=Dios-Padre), se arrodille ante él, pidiéndole gracia para obtener la felicidad y salvación. Jesús reconoce que es recto y piadoso. Lo ama, sabe que está enfermo, como todos... Dominado por sus riquezas, no podrá renunciar a su falsa seguridad y salvación. No será capaz de entregar su vida (bienes a los pobres), como el único camino de salvación.
El joven rico (nosotros) no pudo desprenderse de sus bienes, permaneció enfermo en su riqueza, a merced de la Misericordia de Dios, como nosotros, hoy.