Columnistas

Robots por humanos

14 de noviembre de 2017

Dicen los más optimistas que es utópico creer que las máquinas o los robots lleguen a reemplazar al ser humano, al punto de vernos desplazados. Pero no crean, la cosa no es tan descabellada. Las compras en línea son un reemplazo de personas por máquinas, lo mismo que los cajeros automáticos. Ya hay cines que expenden la boleta a través de máquinas. Puestos de trabajo que restan.

A finales de octubre los creadores de un robot, llamado Sophia consiguieron para él (¿o ella?) la ciudadanía de Arabia Saudita. Le leí al columnista Bolaños, en Dinero, que una compañía aseguradora japonesa “reemplazó a 30 empleados por un sistema de inteligencia artificial que calcula de manera automática el valor y pagos de los seguros de la compañía” y que “Amazon ya realiza la entrega de sus productos por drones e incluso tiene tiendas sin cajeros donde los víveres son cargados a la cuenta de los usuarios sin las molestas colas”. Dos profesores de la Universidad de Oxford aseguraron en 2013 que el 47 % de los trabajos en Estados Unidos tienen un riesgo alto de ser automatizados en una década o dos. Según el McKinsey Global Institute en Colombia hay 9.3 millones de empleos potencialmente automatizables; el Dane aseguró que en septiembre de 2017 había 22 millones 397 mil colombianos trabajando.

Las revoluciones lideradas por la máquina de vapor, la electrificación y los PC e Internet, han destruido puestos de trabajo, pero creado otros. Ahora estamos a las puertas de una nueva revolución: la de los robots, que nos reemplazarán. Bill Gates dice que en 20 años muchas actividades humanas serán hechas por robots y propone que los robots paguen impuestos, “para financiar el entrenamiento de las personas laboralmente desplazadas por la automatización para que se encarguen de hacer trabajos que son socialmente requeridos y para los cuales los seres humanos son especialmente aptos, como el cuidado de los ancianos o la educación de los niños”, se lee en BBC Mundo.

Los robots no comen, no necesitan ropa, no van a sitios de diversión, no salen de compras ni de vacaciones con la familia. La solución no es que paguen impuestos. La cosa está en que, además de reemplazarnos, no moverán la economía. La industria robotizada no tendrá quién compre sus productos, pues los robots-obreros no los necesitan y los humanos estarán sin empleo.