Romper la dicotomía
Querido Gabriel,
Un sistema, explicaba un buen profesor, funciona como una mesa de tres patas, cada una necesita a las demás si quiere seguir sirviendo de algo. En estos días, debido a las inquietantes noticias sobre las primeras decisiones de la Contraloría en el caso de la hidroeléctrica de Ituango, que por su alcance e implicaciones amenazan con espantar cualquier participación de personas talentosas y de empresas serias en los asuntos y proyectos públicos, es importante hablar de las alianzas público-privadas, absolutamente necesarias para el desarrollo de Colombia. Es necesario, además, que conversemos sobre qué es lo privado y definamos claramente lo público, para dejar de confundirlo con lo estatal. Si no entendemos las relaciones de interdependencia entre los componentes del sistema social, nos podríamos despeñar hacia la más profunda crisis de confianza e incluso llegar a una temida ruptura democrática ¿Hablamos esta semana de lo público, de lo privado y de su artificial separación?
No es lo mismo lo público que lo estatal. Los asuntos públicos tienen que ver con todos, sin importar qué instituciones intervengan en ellos. La educación, la salud y la infraestructura, por ejemplo, son actividades de interés general, sin importar que las desarrolle directamente el Estado, una entidad sin ánimo de lucro, una empresa por acciones o un particular independiente. En la salud, funcionan mucho mejor las EPS e IPS fundacionales y empresariales, manejadas con criterios de sostenibilidad. En educación superior, la diversidad y la sana competencia por calidad nos enriquecen a todos. Quizá por eso, en la lista de las mejores universidades colombianas tenemos, intercaladas, instituciones públicas y privadas. En infraestructura hemos tenido una década de grandes avances con el sector empresarial participando en las concesiones de vías, puertos y aeropuertos. Hay otras tareas, como la justicia y la seguridad, que, por su naturaleza, deben ser completamente desarrolladas por el Estado. ¿No será mejor, entonces, una buena combinación de lo estatal, lo empresarial y lo social para generar innovación, competencia y calidad en los servicios y tareas públicas?
También es clave recordar que aquello que algunos llaman “lo privado” es amplio y diverso. Se trata de un sistema compuesto por cientos de miles de empresas con ánimo de lucro de todos los tamaños y sectores, universidades, sindicatos, cajas de compensación, oenegés, fundaciones empresariales, veedurías, asociaciones y organizaciones comunitarias. Lo privado es, al final, casi todo lo que nos rodea, y se mezcla con lo público permanentemente, porque cada cosa que hacemos incide en la vida de los otros.
Un ecosistema, como dice la querida Wikipedia, “se trata de una unidad compuesta de organismos interdependientes que comparten el mismo hábitat”. Si queremos aprender a compartir este hábitat llamado Colombia, el punto no es dividirnos entre los defensores de lo público y los de lo privado, sino aceptar que las diferentes formas de lo privado deben interactuar con las múltiples realidades de lo público, complementarse y nutrirse mutuamente, para darle así riqueza y resiliencia a nuestro ecosistema social.
Quizás en esta tertulia nos sirva la idea de la no dualidad, presente en varias tradiciones orientales, que señala lo contraproducente de la separación entre espíritu y materia, tan común en las culturas occidentales. Pensemos en dejar de ser divisionistas respecto a lo público y lo privado, porque, como enseña el hinduismo, toda dicotomía es una forma irreal, al menos imprecisa y definitivamente peligrosa, de aproximarse a la realidad. Preguntémonos si no somos, más bien, parte de un organismo social multicolor de personas y organizaciones que mayoritariamente quieren trabajar y hacer el bien, como habitantes de un bosque tropical donde nada sobra, nada falta y todos nos necesitamos
* Director de Comfama.