Ruido de sables
El expresidente de la República y ahora senador Álvaro Uribe Vélez reveló el 16 de noviembre a las 7:25 p. m. que el general Rubén Darío Alzate había sido secuestrado por las Farc.
“Informan que habría ocurrido una novedad con oficial de alta graduación del Ejército. Atentos”, escribió entonces Uribe en su cuenta de Twitter informando al Gobierno sobre el secuestro de uno de sus generales. https://twitter.com/AlvaroUribeVel/status/534140299208323072
A las 8:13 p.m., según su cuenta, el expresidente tuiteó el reporte oficial en lenguaje militar con la descripción detallada de los hechos y las coordenadas exactas del lugar del secuestro. http://twishort.com/EhUgc
Néstor Humberto Martínez, ministro de Presidencia, confirmó a los medios que ese fue el mismo informe que le llegó a la cúpula del Gobierno para informarla de los hechos.
Este tipo de informes los conoce dentro del Ejército un grupo limitado de personas por la sensibilidad de la información y todos son oficiales de alto rango y extensa experiencia.
Dos horas después de que Uribe había publicado el informe, el Gobierno confirmó la información, con el ministro de Defensa leyendo partes del mismo texto que todo el país ya conocía, y con el desenlace de suspender las conversaciones entre el Gobierno y las Farc.
Sin hacer referencia directa al expresidente Uribe, Juan Carlos Pinzón pidió cautela a la hora de divulgar detalles del secuestro, ya que pueden poner en peligro la vida de los rehenes. Vergonzosa la escena del ministro pidiendo el favor que no lo filtren sus propias fuerzas.
Por su parte, el procurador Alejandro Ordóñez aseguró que investigará si existen irregularidades en la serie de mensajes de Twitter del expresidente que contenían información reservada sobre esta situación. Que el procurador Ordóñez investigue al expresidente Uribe, es como cuando en la Iglesia ponían al sacerdote a investigar los casos de pederastia en su Iglesia. Nada pasaba porque el interés de los dos era el mismo: no revelar lo sucedido para proteger la misma agenda.
Ahora bien, no es la primera vez que Uribe ha sido el primero en conocer y revelar información clasificada, proveniente de inteligencia militar. Su posición de cabeza de las Fuerzas Armadas durante ocho años evidentemente le dejó informantes en los más altos niveles de la jerarquía militar, que sienten simpatía con su visión de país y el manejo del conflicto. Sin duda.
Pero lo preocupante de esto es que demuestra que una facción del Ejército, y en ella oficiales de alto rango con acceso a información confidencial, está en cruzada para afectar los diálogos de paz con la guerrilla. Y en un posible escenario concreto de firma de la paz, se podría dar un espacio para radicalización de la derecha del país y, más preocupante aún, los hechos recientes demuestran, habría posibilidades que una parte del Ejército apoye o instigue un golpe de Estado.
Ruido de sables es el nombre dado al descontento expresado por los militares chilenos en 1924 antes de su incursión en el Gobierno, y la filtración de información confidencial al expresidente Uribe de una parte del Ejército, lo único que está haciendo es eco de esa fricción.