Sacar partido a la crisis
Esta época de crisis en la que vivimos se debe, entre otras, a estas razones: porque cada vez es más difícil que las actuaciones corruptas de los poderosos se hagan en silencio. Las nuevas tecnologías de la información han permitido visibilizar la corrupción que hacían en secreto. Y como vemos, todos los días se revela una corrupción nueva.
Porque ahora el acceso al poder no es privilegio de unos pocos. La democracia ha permitido que mediante mecanismos de votación casi ‘cualquier persona’ pueda acceder a los cargos públicos; y, embriagados de poder, algunos ‘cobran desquite’ de años de sumisión y victimización. En algunos casos, esto ha aumentado la corrupción y el caos.
También porque ahora existe la posibilidad de muchas formas de pensar. Porque las ideologías ya no son bipolares ni menos unívocas; y se ha logrado que la gente piense más por sí misma. Por lo tanto todos tienen sus opiniones y se consideran con derecho a opinar y ser escuchados. Por eso tenemos la sensación, como nunca antes, de Torre de Babel, donde cada cual opina, grita y vocifera y entre absurdas mentiras se mezclan e invisibilizan las verdades.
Además, en un tránsito hacia la mayoría de edad, las sociedades del tercer mundo intentan reclamar sus derechos; pero ha faltado insistir con la misma potencia que, antes que derechos, somos sujetos de deberes.
Y súmele que el consumismo manipulado con herramientas psicológicas y neurolingüísticas, ha desatado una voracidad insaciable que ha desbordado las ambiciones de tener y aparentar para conseguir estatus y felicidad; esto ha producido el abandono de valores tradicionales como la mesura, el respeto y la sensatez.
El caos, en medio del cual vivimos, se debe al cambio social, cultural y moral que está produciendo todo lo anterior. Se están remeciendo los valores tradicionales y solo la inteligencia y sensatez nos permitirán deshacernos de las viejas formas que atentaban contra la dignidad humana y que realmente son necesarias abandonar, y acoger y fortalecer aquellas nuevas que nos sirvan para afianzarnos en nuestra dignidad humana.
Lo que pasa es que en ese trayecto muchos, que se consideran con privilegios históricos, no están dispuestos a abandonarlos; y otros, excluidos por siglos, pretenden acceder a ellos desde el rencor y la venganza. Estamos viviendo un momento histórico y maravilloso. Deberemos usar la inteligencia desarrollada y la experiencia para poder construir, después de esta crisis, el verdadero mundo mejor que todos anhelamos.