Columnistas

¿Se rechazará la agricultura?

01 de diciembre de 2017

Las decisiones que han adoptado algunos municipios de prohibir la explotación minera en sus territorios por motivos ambientales han generado algunas inquietudes sobre hasta dónde se puede llevar este tipo de posiciones cuando se trata de otras actividades, como la agricultura.

El problema es que, aunque la agricultura tiene a su favor que produce bienes que, como los alimentos, son vitales para la humanidad, al mismo tiempo tiene un historial muy grande de destrucción y afectación severa del medio natural.

Según los expertos, las actividades agrícolas y ganaderas son consideradas como uno de los mayores contribuyentes al calentamiento global, al tiempo que emiten más gases de tipo invernadero que el conjunto de automóviles, camiones, trenes y aeroplanos que existen sobre la tierra.

De otra parte, los procesos productivos de la agricultura son grandes consumidores de agua compitiendo, en muchos casos, con otros usos, como el humano. Además, a través de los fertilizantes que se aplican y el estiércol que se genera, dichos procesos afectan las fuentes de agua y otros sistemas hídricos como los lagos y los ríos.

Asimismo, con la expansión de las tierras dedicadas a las actividades agropecuarias y la consecuente tala de bosques, la agricultura se convierte en un factor de pérdida de biodiversidad. Ello es aún más crítico en países que, como Colombia, están ubicados en el trópico y son ricos en biodiversidad.

En diversas partes del país son muchos los casos en que, por cuenta de la agricultura, las fuentes de agua se han perdido o afectado seriamente o están siendo contaminadas hasta perjudicar el consumo humano del líquido.

Frente a una situación como esta, se conoció el caso del municipio de Gachantivá (Boyacá), en el que, mediante una acción popular, se está pidiendo que se prohíba la actividad ganadera en una zona del municipio donde hay un humedal.

Según se argumenta, el humedal constituye un ecosistema estratégico para el abastecimiento de agua de la comunidad que vive en dicha zona. Adicionalmente, se indica que, por la forma como se da el proceso productivo, no solo se está contaminando el agua, sino que se está acabando con la vegetación del humedal y afectando los suelos. En otras palabras, por cuenta de la ganadería, el humedal está en proceso de destrucción.

Lo que pasa en este caso, y que constituye la otra cara de la moneda, es que muchos de los ganaderos de la zona son pequeños productores que derivan su sustento de la ganadería.

Aunque en el país existen medios legales, como la regulación ambiental y el esquema de Pago por Servicios Ambientales (PSA), a través de los cuales se podría manejar lo que acontece en Gachantivá, sin tener que llegar al extremo de la prohibición de la ganadería, la situación que allí se plantea resulta ilustrativa de lo que podría pasar si algunos grupos sociales llegasen a asimilar los casos de la minería y la agricultura.

Esta situación debería servir como un llamado de atención para que se adopten las medidas necesarias para comenzar a hacer de la agricultura una actividad sostenible ambientalmente.