SEGUIR AUNQUE LOS LÍDERES FALLEN
Hoy Jesús dice en Mateo 23 1-12 que sigamos adelante aunque tengamos jefes que ponen obstáculos, no aportan soluciones y quieren solamente fama y prestigio. Un mensaje oportuno que nos llama a poner en práctica las enseñanzas del Papa Francisco en su visita, aunque tengamos entre los dirigentes a algunos que no colaboran.
EL Papa habló de la urgencia del difícil proceso de nuestra paz imperfecta. Cuarenta y dos veces usó la palabra paz, e insistió en que no nos detuviéramos. Recordó que éramos frágiles, y necesitados de comprensión mutua. A la niña que le dijo que el único no vulnerable era Dios le recordó que Dios se hizo vulnerable en Jesús. Y nos amarró a nuestra paz vulnerable con sus últimas palabras: “Colombia, es clave de la paz para siempre”.
Francisco habló de cizaña, pero no la de un grupo, sino de la que está en el corazón de todo hombre y mujer atrapado en la desconfianza, el odio, el egoísmo y la ansiedad de destruir al otro. Pero aclaró que no somos solamente cizaña. En el mismo corazón de todos está la semilla buena del amor, la compasión, la generosidad, la acogida.
Llamó a los jóvenes a sembrar esperanza y a abandonar las anticuadas peleas de los viejos. Y los desafió a ser audaces y a liberarse de las pequeñeces que tienen entrampados a los políticos y guerreros del siglo pasado.
Invitó a reformas estructurales ante la exclusión de los indígenas, campesinos, negros, y sectores populares descartados por causa de la desigualdad y la corrupción; y condenó enfáticamente al narcotráfico.
Repitió que los seres humanos podemos cambiar. Incluso los que han cometido los crímenes más grandes. Que nadie había tan malo que no pudiera ser transformado. Y nos invitó a aceptar al que llega de las atrocidades de la guerra gritándonos que quiere cambiar, que ya ha cambiado, y pide que le creamos.
Insistió en que no temiéramos dar el perdón que “primerea” porque se ofrece antes de que el victimario pida perdón, como Dios lo ha hecho con cada uno de nosotros. Y a los que se creen gente perfecta les recordó que compartimos la responsabilidad de tanto sufrimiento por lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer. Todos pecadores. Y él mismo se reconoció pecador y pidió perdón.
Llamó a la verdad, la justicia y la reconciliación que se controlan entre sí. Verdad que no genera odio sino reconocimiento compasivo de lo que somos, justicia que no es vengativa sino restauración, y reconciliación en la diferencia que cede de todos los lados para construir juntos.
Y con su ejemplo nos puso al lado de la sangre adolorida del pueblo. Y les dijo a las víctimas que ellas, desde el dolor, poseían la fuerza espiritual que puede movilizar a Colombia hacia el encuentro y la construcción de la paz.