Columnistas

Ser felices es el resultado de amarnos

31 de octubre de 2016

Llegamos a la cima de nuestro crecimiento como seres humanos cuando alcanzamos la madurez plena, aquella que se hace evidente cuando nuestra vida y nuestras obras son testimonio de la grandeza de nuestras almas. Es gracias, ante todo, a las experiencias duras que superamos, que nos llenamos de la sabiduría y la madurez necesarias para conquistar grandes alturas, desde donde podremos contemplar una panorámica más amplia del sentido de nuestra vida. Son los trayectos difíciles los que contribuyen a llenarnos del valor y las virtudes que nos impulsan a caminar en ascenso.

Estar casados significa contar con una pareja con quien podamos colaborarnos mutuamente en el proceso de crecer como personas y desarrollar al máximo las virtudes que nos permiten ser mejores seres humanos. Aunque contar con un acompañante puede implicar hacer esfuerzos adicionales por quien camina a nuestro lado, su apoyo es esencial para superar las pendientes más empinadas y llegar a la cima de nuestro crecimiento personal.

La idea de que al casarnos viviremos felices y unidos a un cónyuge cuya función es complacernos, es tan errada como imposible. Crecer es ante todo un camino lleno de experiencias divertidas y una suma de situaciones y momentos compartidos -algunos amables y otros difíciles- gracias a lo cual podemos vivir las experiencias más enriquecedoras de nuestra existencia.

Debido a que el camino de la vida marital es escabroso y con altibajos, cuando atravesamos una crisis matrimonial es posible creer que nuestra pareja ha fallado porque no gozamos de la felicidad anhelada. Así, motivados por la posibilidad de encontrar una nueva relación que prometa la dicha que ya no nos brinda la cotidianidad de la vida en pareja, muchos deciden terminar el matrimonio porque tienen “derecho a ser felices”.

Sin embargo, al terminar con el matrimonio privamos a los hijos del apoyo que les urge en el proceso de desarrollar las cualidades necesarias para triunfar en sus relaciones afectivas. Pocos logros son más satisfactorios que brindarles a los hijos un hogar armónico que les permita crecer sanos y les sirva de punto de partida para hacer de su vida un testimonio vivo de nuestro amor.