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Ser mamás no es una función, es una bendición

09 de mayo de 2016

Ser madres no es simplemente otra de nuestras múltiples funciones sino, ante todo, una tarea de una trascendencia sin igual que nos exige grandes esfuerzos y sacrificios, además de una inmensa cantidad de dedicación, paciencia, comprensión, tolerancia, generosidad... Por eso, es posible que las responsabilidades y demandas de la crianza puedan llevarnos a creer que la maternidad es una misión agotadora que lo que más logra es mantenernos ocupadas, desveladas y agotadas.

Sin embargo, a pesar de los grandes esfuerzos que nos exige nuestra función como mamás, no hay una experiencia más trascendente que gestar la vida de un hijo y asumir la responsabilidad de ser su madre, es decir, cuidarlo, guiarlo y amarlo como a nadie.

A decir verdad... no hay responsabilidad más importante en la vida que formar a nuestros hijos para verlos convertidos en personas íntegras y responsables. Por eso, no hay tarea más trascendente que cultivar su buen corazón.

No hay función más importante que darles un ejemplo impecable de lo que queremos ver en ellos.

No hay mayor orgullo que saber que ellos sobresalen como personas correctas y responsables.

No hay satisfacción más profunda que verlos convertidos en seres compasivos y bondadosos.

No hay alegría más grande que saber que son felices porque su vida tiene un propósito que va más allá de sí mismos.

No hay mayor dicha que darnos cuenta que nuestros esfuerzos no fueron en vano porque nuestros hijos son personas que están más concentradas en lo que pueden aportar que en lo que pueden ganar.

Y no hay experiencia más extraordinaria y más enriquecedora que la bendición de ser madres.