SOBRE BOMBAZOS
Estación Misiles, a la que llegan los que necesitan justificar acciones de guerra, demostrar poder, parecerse a los héroes de los cómics, poner en demostración nuevas armas para luego colocarlas en el mercado, posar de salvadores de la humanidad y regar toda clase de fake news (falsas noticias) para que haya miedo. Porque esto del miedo, del que Albert Camus dijo que era una estrategia para gobernar en tiempos de desgobierno, es la constante en un mundo que hoy se parte de nuevo en dos bloques políticos, renovando la guerra fría y creando diablos. Y para que cada bloque se reafirme, hay que sacar a pasear el armamento, hablar de espías peligrosísimos, buscar más envenenadores en los metros, usar radares ultrasensibles para que el enemigo no aparezca bajo tierra (ya ha pasado) y dudar hasta de los pájaros, que pudieran ser drones con cargas radioactivas. Con miedo, nos desmesuramos.
Las armas se construyen para usarlas y crear barreras con otros. Y en este asunto del armamentismo, unas son disuasoras (detienen el mal) y otras ofensivas (luchan contra lo que sería el mal o al menos lo dañino), algunas logran controles sobre grupos peligrosos y otras envejecen sin ser usadas, como pasa en los países donde los ciudadanos no tienen miedo de morir porque estar vivos es bueno. Y esas armas que darían seguridad, en ciertos momentos políticos desbordados se usan mal porque el hombre (cuando se sale del espacio civilizado) es un animal cruel que reacciona de manera violenta (otros dirán que en lugar de vivir sobrevivimos). De hecho, somos la única especie que tiene una larga historia de matarse a sí misma, lo que pone en cuestionamiento qué tan humanos somos y qué tanta inteligencia hemos desarrollado para resolver problemas de convivencia y de codicia.
Thomas Hobbes, en el Leviathán, es claro: si un país tiene problemas internos, debe crear un enemigo externo. De esta manera, unidos contra el peligro creado afuera, lo político tambaleante (lo que venía siendo racionalizado y era sujeto de críticas) se disuelve y se cambia por la emoción guerrerista, que es la que nos regresa al estado salvaje. Lo peligroso de esto es que hoy las armas son más potentes, las guerras se están privatizando (ahora sí son un negocio abierto) y la locura de los mandatarios más agresiva. Basta ver a Corea del norte, Rusia y Estados Unidos, países (con problemas internos graves) que están creando el triángulo de los misiles y solo buscan una excusa o una invención creíble para comenzar a disparar, creando una enorme tensión que afecta las economías, las sociedades, las maneras de pensar y la suerte de la tierra que, a causa de nosotros, se ha convertido en el planeta más peligroso del sistema solar y seguramente de la galaxia.
Acotación: decía Eduardo Galeano: se arman los que tienen miedo de morir y se drogan los que tienen miedo de vivir. Y los mass media colaborando.