SOBRE CODIEDIFICACION (Y 3)
Estación No Hay Campo, ni calles, ni espacios públicos, ni disposición urbana, y por esto los trancones son colas enormes y lentas, mientras las motos hacen piruetas y los autos (también los camiones y los buses) cambian de primera a neutra y frenan. Y luego de nuevo a primera y claro, aumenta la contaminación del aire, suben los índices de ruido, la gente se torna agresiva y bueno, no hay campo, es decir, espacio, lugar, sitio, etc. Y como no hay campo, los sentidos se alteran, las palabras se envilecen, los gestos son atroces y la ciudad, frenética, hierve en medio de edificios, carros mal parqueados, anuncios publicitarios, peatones y ciclistas que no logran situarse y entonces se arriesgan a lo que pase. Y pasa: la estrechez es manifiesta, la respiración insoportable, el sentido común se pierde y los niveles de fatiga rompen límites llevando a agresiones, histerias y lo que sigue, que más parece una distopía (un final terrible) que una ciudad funcionando como debiera, pues se ha salido de sus límites y en el desborde la crisis de la administración se hace palpable. O culpable.
Es evidente (y vuelvo a la frase de Robert Musil en El hombre sin atributos) una ciudad se define por la manera en cómo se mueve. Y el movimiento de Medellín es atropellado, lento, contaminante, ruidoso y paranoico, igual que las edificaciones verticales que van cubriendo el valle y ya están encaramadas en las montañas como en un juego de huecos y palos que se elevan de la superficie hasta ya no saber bien qué hay abajo, pues el espacio se ha cubierto y solo quedan líneas rellenas de gente que penas si puede moverse. Y en este punto (el de las vías), que es el que mide la densidad real en términos de movilidad, la ciudad colapsa. Y de seguir así, en unos años será una ciudad fantasma a causa de la falta de agua y espacio para quienes van por el piso, pues a fin de cuentas nadie sabe volar y menos hacer agua. Y si voláramos, serían tantos los que saldrían de los edificios que tampoco cabríamos en el aire.
Una ciudad tiene sus límites para vivir, operar y abastecerse. Y si una ciudad se llena, basta verla moverse, se hace necesario crear otra más lejos para proteger los cordones naturales existentes, el abastecimiento cercano, la red de flujos, la calidad del aire y la vida del ciudadano, que es quien paga impuestos para que el sitio donde vive sea digno y no un espacio de desesperados.
Acotación: edificar ha sido uno de los trabajos del hombre. Y las edificaciones han mejorado la calidad de vida cuando el espacio es adecuado, la movilidad apropiada y el paisaje existe como espacio para caminar, ver y relajarse. Pero si nos amontonamos, el desespero aparece y pasa lo que pasa.