Columnistas

Sobre el continuismo

Los voceros sobre la supuesta nocividad del continuismo parecen olvidar que los mejores y más profundos proyectos sociales se construyen con años y que estos no son producto de la gestión de un caudillo.

10 de mayo de 2022

La política es una actividad compleja que no debe ser reducida en categorías binarias. Simplificar el debate sobre lo público entre conservadores y liberales o izquierda y derecha afecta la profundidad de la conversación y el análisis sobre lo que más conviene a la sociedad. Adicionalmente, empeñarse en categorizar a las personas que siguen a un determinado líder o candidato impide que las personas se puedan unir bajo propósitos comunes.

Colombia ha vivido décadas bajo señalamientos inútiles que han dificultado vislumbrar un gran proyecto y norte nacional. Pájaros y chulavitas, izquierda y derecha y, recientemente, continuismo y cambio han sido algunas categorías estériles que impiden avanzar y unirnos.

Los voceros de la supuesta nocividad del continuismo parecen olvidar que los mejores y más profundos proyectos sociales se construyen con años y que estos no son producto de la gestión de un caudillo. Más allá de referirme a un gobierno en particular u otro, busco señalar que atacar la importancia de la continuidad de aquello que ha generado progreso es, al menos, una ligereza.

Las obras y programas de mayor desarrollo en nuestro país han sido esfuerzos conjuntos que han partido de visiones de largo plazo. Cuatro años es muy poco tiempo para generar reformas de fondo y concluir obras que puedan mover la aguja del desarrollo nacional. Pensemos en el impacto que ha generado Familias en Acción; la importancia de haber aumentado el número de hectáreas de áreas protegidas; las obras de infraestructura de 4G; la rapidez y ayuda que ha significado el Ingreso Solidario para millones de familias; el notable aumento de capacidad instalada para la producción de energías renovables no convencionales y el ejemplo mundial que ha constituido el Estatuto Temporal de Migración para los venezolanos que han llegado a este territorio.

Los mencionados programas y proyectos no son producto de la visión de un solo líder o partido político, sino de una diversidad de visiones, estilos y agendas de gobiernos que, en medio de las diferencias, han sabido valorar lo positivo de sus antecesores.

Encontrar lo que nos une debe partir del reconocimiento de aquellas decisiones y proyectos que han movido a nuestro país hacia adelante. Empeñarse en el ejercicio simplista de atacar todo lo que viene del pasado y creer ciegamente en que todo cambio es necesariamente mejor puede ser riesgoso. La promesa del cambio por sí mismo puede generar aplausos y despertar emociones, especialmente para las personas que desconocen el pasado. Ante esto conviene mirar a algunos gobernantes locales que, desconociendo los avances de sus antecesores, hoy tienen paralizado el desarrollo de las ciudades que dirigen.

Bienvenido y necesario el cambio ante lo que merece ser corregido, sin desconocer lo alcanzado por años de trabajo y ejecución de quienes han mirado más allá de unas elecciones y pensado en el futuro de las sociedades. Impidamos que el discurso que reduce el ejercicio público en epítetos nos siga dividiendo como sociedad y reconozcamos que un cambio responsable no se opone a la continuidad que ha generado progreso