SOBRE LA CAÍDA DE LO CONSTRUIDO
Estación Imperio Romano, en su peor momento, que podría llamarse también Cambalache, como el tango de Enrique Santos Discépolo o conclusión, en materia social, de un proceso ajustado a la segunda ley de la termodinámica que dice que todo lo que tiene límites tiende a destruirse con el tiempo a menos que se le dé un mantenimiento debido que retarde esta destrucción o permita reemplazar por piezas nuevas las partes que se corrompen, lo que ya no pasa porque hay repuestos que no se consiguen y cualquier ensayo con alambres o tornillos lo que hace es agrandar el daño. Y en esta estación, habitada por todo tipo de delirantes que carcomen instituciones, su propio cuerpo y dañan lo correcto que se ha pensado, el mundo es una confusión permanente igual a un encuentro de ferias no programadas y a una invasión múltiple de todo tipo de bárbaros que imponen sus criterios tribales sobre las normas establecidas, tratando de imponer intereses propios sobre cualquier cosa que sea común. Y...
Lo que nos enseñaron para mantenernos vivos, las normas (la manera de no cometer errores) que nos dieron a partir de experiencias vividas por otros, los recursos que nos señalaron para vivir como es debido y sostener la tierra como elemento dador, los controles que debíamos tener en cuenta para no salirnos de nuestra propia condición, todo esto comenzó su proceso de licuefacción en el siglo 20 y ahora lo que era líquido (que al menos podía almacenarse y darle una dirección, navegarse al menos) se está evaporando y lo que nos sostenía ya no tiene piso y entonces, en ambientes enrarecidos, vivimos sin de dónde agarrarnos, igual que cualquiera que habite Júpiter, este planeta gaseoso y enorme que debido a su ley de gravedad impide cualquier movimiento y entones quien lo habite solo puede estar quieto y desesperarse.
El imperio romano, creador de la filosofía del derecho y de las técnicas de ingeniería nos hacían inteligentes, casi todas aplicadas al uso del agua; de la medicina que estaba por encima de la brujería y del pragmatismo (ser prácticos antes que dementes), se cayó en el siglo quinto debido a la codicia, la envidia, el rencor y los delirios producidos por la decadencia moral, lo que hizo que la estructura se corrompiera y al fin se desmoronara como una torta mal hecha. Y lo que quedó fue un reguero de piezas que se convirtieron en lo que no era y bueno, hubo que esperar diez siglos para volver a medio recuperarse, cuando al fin apareció la ciudad de Florencia en el siglo 15. Esta ciudad de los Médicis, recuperó la palabra humanismo, que parece que todavía no entendemos, y que creemos que debe empezar por F: fumanismo.
Acotación: El imperio se cae y es invadido por otros que perdieron igual la moral como algo útil y que usan la inmoralidad para llegar a ninguna parte. Y así dos inmoralidades se juntan y más por más da más. Y lo que pase hará parte de la historia del desorden, de cuando tuvimos la oportunidad y la destruimos. Y quizá haya una segunda oportunidad en la tierra: cuando ya no estemos en ella.