Columnistas

SOBRE LA DILATACIÓN

22 de octubre de 2016

Estación Estire y Alargue y al final rompa para que haga desaparecer, igual que un acto de magia donde el mago se equivoca y lo que ha desaparecido se convierte en un sombrero vacío o en algo inesperado como pasar de estar en el aire y acabar haciendo burbujas en el fondo de una ciénaga, cosa muy común en estos países de tanto calor y aguaceros en los que todo se mira y se remira, se discute y rediscute, se muestra y se esconde, se dice y no se dice. Y mientras esto pasa, lo que era se deforma (otros dirán que reforma) y, a la par, los que estaban metidos en el asunto, que de tanto estirar y alargar entraron por una puerta saliendo por otra convertidos en lo que no eran y pensando al revés o no pensando sino imaginando cosas atroces o tan enredadas como el Odradek de Kafka, extraño ser sin forma clara que asusta a los padres de familia y enloquece a los analistas. Y ahí vamos por la estación, esperando un tren que no llega y soltando la lengua (mintiendo alegres) a consecuencia de que nada pasa.

La dilatación es un fenómeno físico en el que un cuerpo, a consecuencia del calor creciente, pasa de lo sólido a lo viscoso, a lo líquido, al plasma y a lo gaseoso, siendo una cosa al inicio y otra después si antes de que desaparezca no se le echa agua fría para que al menos recupere parte de su forma inicial. Y si bien en la física se habla de resiliencia (cada cuerpo tiende a ser el que era, como pasa con los resortes), concepto que ya Baruj Spinoza había planteado en su Conatus. En esto de las dilataciones nuestras el asunto no funciona, pues aquí dilatamos para que haya de que hablar pero sin hacer. Luego se dirá que sí hubo intentos pero no se concluyeron porque la idea se esfumó o hubo exceso de especialistas, cada uno por su lado y confundiendo. Y como en los costureros donde ya no se teje, se juega al tute acusando.

Dilatar es un verbo propio de la termodinámica, pero también es consecuencia del atraso que acreditamos, pues nos encanta hacer esperar y, en cada proyecto, darle entrada a los elocuentes que demuestran que todavía no es tiempo, que faltan datos, que posiblemente mañana se piense mejor, que ya viene algo que no llega, que hay que acumular experiencia, etc. Y en este juego de esperar (que algunos confunden con la esperanza), las cosas no se dan, las ideas se hacen gas y lo poco que queda (si queda algo) se riega y entra por donde no es (como en lo líquido de Zigmunt Bauman), configurando de nuevo el Odradek (hay que leer el cuento) que tiene empates y desempates, que hila y enreda, que tiene un origen y posiblemente es otro, que es y no es. Y ahí vamos, mientras salen el sol y la nube juntos.

Acotación: En América Latina (la Homérica latina de Marta Traba), la creación de país se dilata. Hablamos mucho, hacemos poco, nos reunimos para desreunirnos, defendemos patrias que no se han hecho y con cualquier calor hervimos. Y ahí está la sopa cociéndose pero, como no se sirve, se evapora. Y todo va bien, pero mal.