Columnistas

SOBRE LA PASCUA (QUE EN HEBREO ES PÉSAJ)

15 de abril de 2017

Estación Libertad, que no es libertinaje (caer más bajo) sino tomar por el camino en el que se construyen los límites que nos hacen humanos, aparecen los órdenes debidos con relación al otro y lo otro y se sacraliza lo que es necesario para que vivir sea posible y tenga un mayor sentido; se sacraliza el agua, el árbol, la tierra, el aire, la bio-esfera, la comunidad. Y en esta libertad, que en términos de Hegel sería mejorar lo que hacemos para no quedar esclavizados de lo hecho, o según el concepto de Spinoza, ir de una idea adecuada a otra, poder encontrar las preguntas con sentido para obtener las respuestas que nos proporcionen bienestar para pensar, crear y producir sin dañarnos ni afectar lo que nos hace posibles, que no es un nosotros mismos (la construcción de un ego) sino nuestra relación con lo que está ahí, rodeándonos, y que si se daña, nos afecta mal. Como dice Svetlana Aleksievich en “Las voces de Chernóbil”, la vida éramos todos, incluyéndonos las plantas, animales, tierra, aire y agua.

Para vivir, desde la antigüedad hemos tomado referentes y, a partir de ahí, no solo hemos creado metáforas sino formas inteligentes de vida. La naturaleza (somos parte de ella y con base en su contenido y acciones creamos el lenguaje), es un indicativo de creación de libertad: cuando muere se recupera (se pasa del invierno a la primavera), da frutos, espera embellecida. Y observándola, se intuyó la pascua (el salto), indicando que si se sale de la esclavitud (de todo lo que nos atormenta), aparece un hombre libre, que no es libre de inmediato (no sabría qué hacer con lo que le han dado) sino en disposición de crear la libertad, paso a paso, entendiéndose en lo mejor de él y en su relación con el entorno. Y en esa libertad, construye las instrucciones para vivir, que no son un pasar del tiempo sino un estar bien en el tiempo.

En el judaísmo se habla de la salida de los días egipcios (cuando los judíos eran esclavos), en el cristianismo del misterio de la resurrección (el paso de la muerte a la vida) y entre los musulmanes el nacimiento del profeta Muhammad. Y en estos tres conceptos, aparece la libertad dirigida hacia el no dolor, que es el mayor de los derechos que asiste al todo, siendo ese no dolor lo que está contenido en la paz, el buen saber y la justicia. En este punto, la pascua nos hace morales (constructores de costumbres buenas) y hay que recordarla año tras año, en el séder de pésaj judío, en la misa pascual católica, en los servicios protestantes, para que la mejor idea que hemos tenido se haga presente: con la libertad construida nos hacemos humanos y ser humanos es entendernos dentro de la vida misma, que es la totalidad y es una.

Acotación: ser morales implica construir sin dañar, hablar como es debido para hacernos entender y ser aceptados, sabernos como seres necesarios y dependientes de la naturaleza, mirar para aprender lo que es bueno y sabernos en pascua, que es un saltar de lo indebido a lo debido, del dolor al no dolor, del miedo a la tranquilidad y del yo al tú.