Columnistas

Sobre lo peor por llegar de nuevo

20 de junio de 2020

Estación Vaticinios, a la que llegan y se acomodan los vaticinadores: los que hablan de curvas (lo que incluye subir, llegar a la cima, bajar y aplanarse), los que toman las coordenadas cartesianas y pasan de positivos a negativos, los que están en guardia y no se sabe si están dormidos o despiertos, los acumuladores de malas noticias (para repetir unas de vez en cuando), los que creen que la economía debe sobrevivir a la suerte del hombre, los que se dan libertades haciendo que otros las pierdan, los realmente asustados, los que hacen ensayos para estar prevenidos (viven en la simulación), los que especulan sobre mundos parecidos a los de Howard Phillips Lovecraft creando todo tipo de caminos hacia lo terrible, los que esperan y hasta los que juegan tute haciendo sopas de acuses en oros, espadas, copas y bastos. Y entre toda esta gente, que obviamente se vigila con los ojos y la informática, campea el miedo y la desazón.

Las cosas peores por llegar (todas distópicas) no hacen sino crecer. Se dice que el mundo se acabará este 21 de junio porque al fin sí hubo una interpretación acertada del calendario maya, que a más del covid-19 hay multiplicidad de virus haciendo coro en el ambiente, que hay que estar muy enfermos para usar ciertos productos químicos, que a los viejos los van a ir eliminando porque están costando mucho, que todos terminaremos infectados, que la economía será de guerra y que al final habrá un enfrentamiento atómico entre dos potencias que se pelean por los mercados, los sistemas de comunicación más potentes y por quién de los dos logra la vacuna, lo que ya sería una forma de control sobre quiénes se enferman y quiénes no. Y bueno, mentalmente estamos enfermos.

Yo creo que una cosa es que lo peor está por llegar y otra prever por si lo peor llega. Si tenemos tan clara la distopía, entonces hay que comenzar a disminuirla previendo qué hacer si comienza a presentarse. La palabra estrategia significa ver el problema para iniciar las posibilidades de solución. Y para todo esto que pasa, la problemática a resolver se centra en educar a la gente para que no se enferme (esto ya se hace), comenzar a generar empleos para que el desempleo no crezca, ponerse de acuerdo en qué informaciones son ciertas y cuáles no (la infodemía nace de las múltiples opiniones que confunden), y que sean las comunidades políticas y científicas las que hablen y no un montón de gente suelta, opinando y delirando.

Acotación: todo futuro es una incertidumbre, pero no una realidad. Y para todo hay que prepararse acometiendo acciones desde ya y no jugando a la ruleta. Planes y actos de contención en todos los campos, es lo necesario. Y no tanta palabrería cargada de sustos e intereses .