SOBRE MI YO EN OTRA PARTE
Estación Quiero Ser Otro, a la que van los que no quieren saber de sí mismos y los buscados por la policía (lo que incluye Interpol y Fiscalía), los que tienen problemas con su pareja y los imitadores de cantantes, los que presentan examen de actuación y los que han recibido revelaciones del más allá, los que descubren que son extraterrestres y los que se niegan a mirarse al espejo. Y entre toda esta gente, van los que ejercen de espías y asesores en cursos de crecimiento personal, los que sufren de personalidad múltiple y buscan cara para poder asistir a la reunión. Gente escapando y en proceso de conversión es lo que más hay en estos tiempos de yo dividido, semiescrupulado, distendido y con máscara de Batman o de El llamero solitario, cowboy que andaba con un apache, por si algo. En este punto de querer ser otro u otros (a veces el asunto es de codicia), se multiplica el cuadro de Edvuard Munch, El grito, que no se sabe si es de susto o de asombro, de algo olvidado o de sentarse donde no es.
La palabra persona, significa actor, siendo persona la que ejecuta roles diversos según los estímulos que recibe, las acciones que acomete y las intromisiones donde se ubica. Así, una persona es alguien que reacciona y, según lo que pase, es incluida o excluida. Hasta aquí la teoría funciona, lo que permite clasificar estados de normalidad o anormalidad, siendo lo normal lo que es común a todos. Sin embargo, esto que es lo normal tiene sus problemas, pues si la mayoría está enferma (lo que sería un estado de normalidad), implica que la minoría que no lo está es la que debe ser tratada y bueno, el derecho se vuelve el revés. Y en esto de anverso y reverso trocados, ser algo y resultar siendo otro, aparece el nuevo Premio Nobel de Literatura, Kazuo Ichiguro, que siendo japonés resultó siendo inglés. Y no está mal.
En una tierra globalizada por la información y la economía de mercados en la que la identidad está seccionada por lo que soy, quiero ser y me obligan a ser a partir de una educación discutible (me programan para el sistema), que un japonés se vuelva inglés y busque en ese mundo donde vive una respuesta a lo que se debe hacer, no es extraño. Al menos es la posición de alguien que se considera terrícola y rompe las barreras imaginarias que han dividido a los hombres y mujeres a lo largo de la historia, creando diferencias que en lo esencial no existen. Somos sirviendo a otros, buscando pequeñas libertades, viéndonos en el otro y buscando en él respuestas de las que mi yo carece. Y en este punto, Kazuo Ishiguro, mirándose en otros, en otra historia, descubre que somos los mismos. Que solo somos y ya.
Acotación: Ser en el otro, lo que sería la ética de la alteridad, es una búsqueda sensata. Cuando la política falla y la economía es un desastre (le acaban de dar el premio Nobel de Economía a una relamida teoría de comportamiento del consumidor), Kazuo Ishiguro se busca en otros espacios, siendo otro, reuniéndose con lo que le es común. Y el sistema se asusta, pues ya la división no es una forma de gobernar.