SOBRE REGULANDO LA VIDA EN GRECIA
Por Steven Rattner
En su dominio de la forma de manejar la crisis griega, Alemania ha demostrado que el éxito económico trae consigo influencia política, la cual ejerció la semana pasada al descartar solicitudes por parte de Francia e Italia para un trato más tolerante con su vecino.
La rigidez alemana no es del gusto de todos, pero Europa debería estar agradecida por ella. Aunque no sabemos si el último acuerdo va a pegar, mucho menos tener éxito, los requerimientos son necesarios para traer al país de vuelta a la salud económica y salvar su participación en la moneda común.
Frecuentemente el debate sobre la política económica griega se simplifica demasiado hacia un clásico forcejeo macroeconómico entre la ‘austeridad’ y el ‘estímulo”.
Lo que ha recibido menos atención, pero es igualmente importante, es la necesidad de reformas estructurales en la economía ineficiente y sobrerregulada de Grecia.
Tome un ejemplo pequeño, los medicamentos. Grecia es uno de los pocos países europeos que establece precios para las drogas de venta libre, las cuales solo se pueden vender en farmacias licenciadas, según informes de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo. Las farmacias tienen que tener a un farmaceuta licenciado como dueño, y cada uno puede ser dueño de solo una. Otras normas dictan dónde pueden abrir nuevas farmacias, así como sus horarios. Como resultado, los precios para los consumidores son más altos, así como las márgenes del retail de las farmacias.
Mientras tanto, la entrada es restringida para una flotilla de campos que incluyen conductores de taxis y buses, ingenieros, notarios, actuarios y alguaciles. La mayoría de los almacenes tienen que cerrar los domingos. Grecia es el único país de Europa que, por ley, limita el tiempo de caducidad de la leche a cinco días, lo que resulta en precios más altos y opciones restringidas para los consumidores. Las panaderías pueden vender pan a los consumidores solo en unos pocos pesos especificados. Y así sigue.
Algunos expertos dicen que Grecia debería levantarse y dejar el euro para que pueda reconstituir su propia moneda, lo que a su vez permitiría devaluaciones monetarias cuyo objetivo es hacer más competitivas las exportaciones del país.
Pero ni los griegos ni nadie deben engañarse. La devaluación alzaría drásticamente el costo de bienes y servicios importados (más de una tercera parte de la economía de Grecia), sumando a la tasa de inflación y reduciendo aún más la capacidad de compra de los consumidores griegos.
Los defensores de Grecia dicen que el país ya ha recibido fuerte medicina, como reformas a los planes de pensión públicos excesivamente generosos. Y el gasto general por parte del gobierno griego se ha reducido en 30 por ciento desde que se infló durante la crisis financiera.
Pero estas declaraciones son verdades a medias, en cuanto a que los moderados recortes le siguieron a años de amplios obsequios. Tome, por ejemplo las pensiones. Antes del primer rescate financiero del país, la edad de retiro para las mujeres griegas era 60 y 65 para los hombres. En ciertas profesiones “extenuantes”, que incluyen peluqueros por ejemplo, los griegos hasta podían retirarse a los 55 años.
Mientras que ese sistema fue reemplazado con la edad de retiro de 67 años tanto para hombres como mujeres.
Los estrictos plazos para la implementación son increíbles, una manifestación de la confianza perdida entre Grecia y otros miembros de la eurozona. La asediada nación tuvo solo tres días, hasta el 15 de julio, para adoptar legislativamente algunos de los cambios más importantes a los sistemas de impuestos y pensiones.
Este duro trato se justifica por el repetido fracaso de Grecia para instituir reformas, tanto las que deberían ser obviamente deseables como aquellas que acordó instituir como parte de rescates financieros previos.
Irónicamente, al elegir al partido Syriza en enero y luego votando ‘no’ el 5 de julio a una oferta de rescate de Europa, Grecia se hizo un daño enorme, dado que ahora se ve forzado a acordar cambios más draconianos.
Alemania, y los demás cuidadores de Grecia, reconocen la precaria condición económica del país y están ofreciendo plazos extendidos para el pago de deudas y 35 billones de euros en fondos de inversión, si las reformas requeridas son implementadas.
Si Grecia no cumple, tendrá solo a sí misma para culpar .