Columnistas

SOBRE UN NUEVO TIEMPO

18 de abril de 2020

Estación Días y Noches, a la que llega una ciudad medio vacía (aunque muchos persisten en estar en la calle y viven a lo que pase) con sus gentes encerradas mirando el cielo por los patios y las ventanas, ejecutando rutinas libres de prisas por salir, ensimismadas a ratos y en otros alteradas (casi que bipolares, pues van de lo positivo a lo negativo), mirando la ropa más simple para ponerse, los jabones que se acaban, los libros que no saben si seguir leyendo y entrando en las computadoras para informarse (o para asustarse). Y, en el caso de las mujeres (las adultas en especial), pegadas a los teléfonos, hablando de cualquier, cosa o pidiendo datos sobre los conocidos, haciendo pedidos a los mercados y mirando la cédula para saber si pueden salir o no, atentas a que el teléfono no se descargue o haya que borrar muchos mensajes porque la memoria ya no resiste. Y a todas estas, la ciudad sin tiempo medible (qué importa la hora), los ladrones de cables de cobre haciendo de las suyas.

Y si bien el tiempo sigue (amanece, se da el medio día, la tarde y la noche) y lo hay para los que tienen que trabajar en la calle dándole mantenimiento a la ciudad, los que están en los hospitales, en los bancos, en los mercados, en el metro (incluso en las carretillas que pregonan frutas, legumbres y aguacates) y otros sitios que exigen de personal que atienda, este tiempo ya no es como antes. Es tiempo de pandemia, de mascarillas, de acercamiento mínimo, de miedo a los estornudos y a las toses, de represión de las libertades, de nuevas formas de activar la economía y manejar el Estado, de virtualidad creciente y de naturaleza que se va tomando los espacios. Ya he visto, entre las ranuras de los adoquines, cómo aparecen plantas.

Estamos viviendo sin el tiempo de antes, sin las condiciones prepeste, y los únicos que siguen en las mismas son los animales que vuelan, paran, comen, duermen y se depredan siguiendo el orden natural de la vida. Y en este espacio sin tiempo normal (o quizá lo sea y el anormal fue el que perdimos), comenzamos a ser otros. Y en esta otredad, las cosas se ven diferentes, más locales, quizá más simples. En el encierro y en este tiempo sin medidas exactas (va y viene), ya nos reconocemos en un espacio, dentro de unos límites y en convivencia con los más cercanos. Somos otro tiempo, el que corre mientras estamos quietos.

Acotación: Que sea el tiempo, no lo sabemos a ciencia cierta. Solo sabemos que la Tierra gira sobre sí misma y le hace órbitas al Sol, y que en estos giros nos controlamos y desmesuramos, nos vemos en movimiento y en estados de reposo. Y en la pandemia, viviendo al día.