Columnistas

SOLUCIONES REALES

26 de junio de 2017

El titular de la entrevista era contundente: “El profesor que eliminó los embarazos adolescentes”. Luis Miguel Bermúdez, docente de un colegio en Bogotá, logró a través de un currículo de educación sexual que en su institución educativa los embarazos de las chicas pasaran de 70 anuales a 0.

Preocupado por un problema que acarrea consecuencias funestas en la vida de las jóvenes, con impactos sociales muy negativos, y advirtiendo que las acciones planteadas no estaban llevando a una solución efectiva, empezó por abordarlo de una forma diferente. Como él mismo explica, sentía que a pesar de haber leído muchísimo sobre el asunto estaba repitiendo lo mismo sin resultados concretos. Y se aproximó de forma abierta, sin preconceptos, sin prevenciones, casi de forma natural.

Advirtió entonces los patrones culturales nuestros que conducen a la historia conocida: estereotipos de hombre-macho y mujer-débil-sumisa. Vio cómo estos mecanismos con que opera nuestra sociedad y que mantienen la idea de ciertos roles de género son parte fundamental de las causas del embarazo adolescente. “Hay unos imaginarios culturales que impiden a los chicos hacerse responsables de sus cuerpos”, afirma. Da entonces un golpe de realidad, no solo desde el punto de vista humano y civilizado, sino pragmático contra esas fabricaciones culturales.

Señala Bermúdez que esto lleva a que “... las chicas que muestren un interés normal por el sexo no puedan acceder a los medios contraceptivos por ser calificadas de prostitutas y calenturientas [...] y en los chicos el machismo como idea también de aproximación al sexo con todo lo que eso implica”. Pongamos eso en un salón de clase y hay una explosión de embarazos.

Planteó preguntas a sus alumnos, escuchó sus respuestas, les mostró caminos, consultó la realidad, encontró obstáculos, experimentó alternativas, y eventualmente acertó en las soluciones. Rescató la humanidad en esos chicos y chicas, vio un problema de ambos sexos, y se acercó con respeto y realidad: el sexo como curiosidad, placer y deseo, dando las herramientas para ejercerlo con responsabilidad en una sociedad pacata que a veces propone la prohibición como solución (dejar el gustico para el matrimonio).

En una sociedad conservadora, machista, retrógrada como la nuestra me parece un logro importante lo hecho por Bermúdez. Y podemos extrapolar con otros retos sociales e ir más allá para entender: no vamos a ser capaces de superar esas violencias que con tanto arraigo cultural tenemos si no nos atrevemos a cuestionarlas abiertamente y a reflexionar sobre sus orígenes. Allí, en esos entresijos, en esas grietas, en esos preconceptos, se esconden muchas de las causas a los problemas que nos acosan y que tenemos que empezar a corregir, a extirpar, si queremos llegar a ser una sociedad digna.

Muchas de las acciones que tomamos como sociedad no consultan o chocan con esas realidades culturales con las que hay que lidiar de forma deliberada, abierta y permanente para no terminar realizando esfuerzos inútiles y fracasando de forma reiterada. La sociedad tiene que repensarse permanentemente, con tranquilidad, con perseverancia, con paciencia, con apertura. Siempre queda recurrir a la humanidad en todos para superar las causas de nuestra pobreza, violencia y segregación.