Columnistas

“Soterrarán” billones al lado del río

08 de diciembre de 2014

En 1991 se empezó a construir en Boston uno de los proyectos urbanos de ingeniería más complejos y costosos de los Estados Unidos: el denominado big dig o la gran excavación (por analogía con el bigger ditch o Canal de Panamá); una obra cuya fase de planificación inicial se inició en 1982 para sustituir una autopista elevada por una vía subterránea, extender un ramal al aeropuerto Logan y que estimó terminarse en 1998 a un costo de USD$2.800 millones. Apenas se puso en servicio en el 2007, pero a un costo de USD$22.000 millones y los bonos emitidos para su financiación, apenas se pagarán en el 2038.

Entonces no fue suficiente que para garantizar la calidad de los diseños y el éxito del proyecto, se le encomendara la tarea al consorcio Bechtel Corp. & Parsons Brickerhoff, una empresa de consultoría de la mayor solvencia técnica ingenieril en USA.

Porque la aparición de problemas de filtraciones y goteras en los techos del túnel, en septiembre del 2004, forzaron el cierre mientras se reparaban los daños. Una pobre ejecución por el uso de materiales por debajo de los estándares, detenciones y hasta un usuario resultó víctima por la caída de una cubierta sobre su vehículo y otros más, obligaron al cierre temporal de la obra en julio del 2006.

Y si esto ocurrió en una ciudad del llamado primer mundo, qué podemos esperar de los denominados “soterrados” paralelos al río con los que la actual administración se ha empecinado en dejar como cuota inicial a las futuras administraciones, una obra de un costo y una complejidad inciertos, por lo que significarían, entre otros, infinidad de problemas técnicos:

Construir túneles por debajo de los niveles freáticos del río, cruzar fundaciones de puentes y quebradas afluentes, reconstruir las redes del Plan Maestro de Aguas Residuales (cuyo costo superaría los billones de pesos), desviar durante años el cuantioso flujo vehicular de las vías adyacentes y que hoy supera los 200.000 diarios, mantener en servicio el Sistema Metro y la línea férrea actual, evacuar los gases y el material producido por la combustión de los motores (y también los vehículos varados), mantener la iluminación etc. etc... y por si lo anterior fuese poco, ya la naturaleza nos ha enviado muchas señales respecto a las crecientes del río cuyas avenidas los llenarían en minutos, así la administración haya afirmado que las inundaciones ”se evitarán con pantallas de 15 metros de altura y 1 de ancho... y 4 bombas sumergibles de 3100 gpm cada una...” ¡qué inocencia y que magistral lección de hidráulica!

La ciudad tiene ya historias recientes de improvisación como en el caso del Túnel de Oriente, cuyo contrato, ya adjudicado por valor de $366,000 millones, hubo otra administración que en el año 2004 lo sustituyó por otra obra: la doble calzada de la vía Las Palmas por valor de $30.000 millones, con la creencia de que con el mejoramiento se reemplazaría el túnel. Hoy la cifra supera los $200.000 millones y no tenemos ni carretera segura ni túnel por causa de una decisión equivocada.

No hay duda que ese proyecto hipotecará a perpetuidad los ingresos municipales y sin respuesta concreta sobre el verdadero costo y los beneficios reales, en una ciudad cuya movilidad está a punto de infarto, una ciudad en la que un parque no es la prioridad.