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STEINBEIS

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24 de enero de 2017

La mayor parte de las universidades colombianas históricamente han enfocado su estrategia en la formación estudiantil más que en la transferencia de conocimiento al sector productivo. Sus bibliotecas están repletas de tesis de grado, que en gran medida no se conocen y, lo que puede resultar peor: muchas de ellas carecen de utilidad en el mercado o en el sector empresarial. Las universidades son centros de conocimiento, pero la mayoría no se reconocen como actores fundamentales del desarrollo productivo, tecnológico y empresarial de nuestra nación. La apuesta de verdaderas universidades de tercera generación no ha prosperado en Colombia. La realidad normal de un estudiante universitario está gobernada de hipótesis que desconocen el mercado y distan de las lógicas empresariales. Para nadie es un secreto que, a pesar de todos los esfuerzos realizados desde el Comité Universidad, Empresa, Estado, para generar un gran impulso a la innovación abierta, el velo de la desconfianza sigue vigente en muchas empresas y no hemos sido capaces de alcanzar relaciones más duraderas y rentables en la muy conocida triple hélice de Etkowitz. Siendo directos, y a pesar de los avances y esfuerzos, no hemos sido capaces de liderar una verdadera transformación de cara a la innovación y la tecnología que urge a nuestra región.

La pregunta entonces que cabe y nos debemos hacer es: ¿y en qué hemos fallado? Creería que muchos factores son los culpables, uno de ellos puede ser la continuidad, pero en mi opinión el más relevante es la pertinencia. Me explico. En innumerables foros, ponencias y eventos se ha hablado de la necesidad de tener mayor pertinencia con las realidades productivas de nuestras empresas, pero diría que iniciativas de este tipo son más la excepción que la regla. La idea del asesor Ricardo Mejía C., de tener empresarios en los consejos directivos de las universidades y rectores o profesores en las juntas de las empresas, para que estos entiendan las diferentes problemáticas y acerquen la oferta con la demanda, no se ha logrado masificar, a pesar de ser un excelente camino para lograr educación pertinente.

Pero si en Colombia, a estas alturas, no hemos logrado pertinencia, por solo mencionar un ejemplo, Alemania emprendió su camino a mediados del año 1800 cuando Ferdinand Steinbeis decide crear la formación dual y las escuelas vocacionales de cara a la transferencia de conocimiento, que básicamente rezaba: “los trabajadores de la industria dependerán en el futuro de una combinación de conocimientos teóricos y de una formación práctica”. Steinbeis impulsó la industrialización de Württemberg en Alemania, que para el año 2011 era la región número 1 en innovación en toda Europa. Con este modelo Dual, se formaron grandes personajes del mundo empresarial como Daimler y Bosch. Este sistema ha tenido un impacto tan evidente que la tasa de desempleo en jóvenes en Europa es muy disímil, quienes no aplican educación dual tienen tasas mayores al 25 %, inclusive algunos países por encima del 45 %, contrario a lo que sucede en Alemania que rondan el 8 %.

Qué tal si las universidades son más atrevidas y realizan más pilotos con las empresas. Debemos ser más agresivos en innovar, no temamos a equivocarnos, la equivocación es un aprendizaje, como decía Thomas Alva Edison: “No fracasé, sólo descubrí 999 maneras de cómo no hacer una bombilla”.