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Tener un padre es un derecho... no un capricho

30 de abril de 2018

Las cosas han cambiado tanto que el madresolterismo, condenado durante años como un terrible pecado, es ahora una opción para las mujeres que no quieren casarse pero sí tener un hijo. Hoy hay cada vez más hijos de bancos de semen o de ‘donantes voluntarios’, que nunca sabrán quién fue su papá.

Creo importante hacer algunas consideraciones para quienes contemplan esta posibilidad. Hay suficiente evidencia que demuestra que la presencia del papá es tan fundamental como la de la mamá para la vida de un hijo. Me pregunto cómo se afectará el autoconcepto del hijo varón de una mujer que no puede establecer relaciones de pareja con los hombres y solo los usa como procreadores.

Uno de los argumentos de las defensoras del madresolterismo es que para los niños es mejor crecer en un hogar compuesto tan solo por su madre que en uno en el que los padres se maltraten, los lastimen o los abandonen.

Es cierto que para los niños esto puede ser más perjudicial, pero no significa que ser hijo de una madre soltera sea una opción ideal. Me da la impresión que esta posición está animada por la creencia de que ser madres solteras es una decisión que solo las afecta a ellas. Parecen olvidar que todo derecho entraña deberes, y que el primero es respetar el derecho que tiene todo hijo de crecer a la luz del amor de su papá y su mamá.

La naturaleza es sabia y si dispone que se necesitan un hombre y una mujer para gestar una vida es porque se necesitan dos para formar no solo un ser físico, sino también uno sicológico, mental y espiritual. Los hijos no son mascotas para tener compañía o a quien mimar, son seres humanos y criaturas que necesitan saberse amadas por su mamá y su papá.

Creo que quienes estiman que ellas solas pueden tener sus hijos porque la mujer ha demostrado ser capaz de eso y más, ven el madresolterismo como un acto valeroso. Sin embargo, en las circunstancias de la sociedad actual, lo que es un acto de valentía es tener el coraje de casarse con el compromiso de hacer todo lo posible para formar un matrimonio estable y armonioso, que sirva de hogar cálido en el que los hijos crezcan disfrutando del profundo amor de ambos padres.