Columnistas

¡TENGAN COMPASIÓN, SEÑORES CANDIDATOS!

19 de febrero de 2018

Empiezo con una Mentica: “El país está inundado de vallas de personas honestas. Luego llegará una avalancha de corrupción funesta”. Ojalá esté equivocada.

A menos de un mes de las elecciones legislativas y a escasos cuatro meses de las presidenciales, me llega una frase de Platón que ni mandada a hacer para estos días: “El precio de desentenderse de la política es ser gobernados por los peores hombres”. Concuerdo, pero creo que “desentenderse” no es la única causa para esta sentencia.

Por más que miremos con lupa las hojas de vida, la experiencia y la trayectoria de los candidatos, por los que uno vote, puede no ser tan bueno como parecía y tener agenda o intenciones ocultas. O puede que realmente sea limpio e idóneo, pero que un ambiente corrupto una vez sea elegido no le permita actuar tan bien como lo propone, o, incluso, lo desvíe y lo corrompa. Casos se han visto, y no poquitos, de buenos hombres que terminan siendo los peores hombres.

La prevención generalizada de la gente hacia los candidatos en casi todos los procesos electorales es recurrente en cada campaña, agudizado en esta por los escándalos de corrupción en el Congreso y en los cargos públicos de alto perfil que derivan en un ambiente hostil, de cansancio, apatía e incredulidad.

Los candidatos creen que hay que combatir en vez de debatir. Desconcierta que muchas de las campañas no se concentren en formular y en comunicar las propuestas concretas para que el país salga de la crisis en la que está y tome un rumbo de desarrollo sostenible, sino en tirar baldados de lodo en la cara de los contrincantes y en tratar de surgir hundiendo al otro, como si no tuvieran criterio ni propuestas propias para sobresalir por sí mismos. Esto genera la percepción, cierta o no, de que no hay por quién ni con quién, ni ninguna opción válida en ninguna parte. Con razón el voto en blanco hoy tiene más sentido que nunca.

El acuerdo de paz sigue siendo el grito de batalla contra el gobierno y contra los candidatos que le sean afines, pero en general los partidos políticos de todos los matices tienen discursos equivocados. La extrema izquierda, concretamente el nuevo partido Farc, insiste en no reconocer su culpa en los actos de violencia, sin arrepentimiento y sin reparación para las víctimas, con el agravante de que fueron muy guapos arrojando pipetas de gas sobre personas inocentes, pero han sido cobardes para recibir huevos “a vuelta de correo”. No aplaudo que les tiren nada, pero ¡avemaría si les falta peso en la cola!

Los candidatos moderados, en especial los que dicen “no pertenezco a la política tradicional porque gas”, son mucho más equilibrados, pero no convencen. Parecen barquitos de papel navegando en un río lento y tibio de ni lo uno ni lo otro.

¡Tengan compasión, señores candidatos! Casi todos están concentrados en atacar, mostrar lo peor de los demás, propagar mentiras y crear más caos, lo que nos impide formarnos una opinión clara de lo que dicen, si es que dicen algo interesante, y tener siquiera una lucecita que nos ayude a salir de esta oscuridad tan espantosa.

¡Ojalá la decisión de votar por alguien fuera tan fácil como la de no votar por alguien jamás!

Perdonen los lugares comunes de este artículo, pero nuestra política está diseñada para que no se pueda decir nada distinto.