Columnistas

TENTACIONES DE JESÚS

14 de febrero de 2016

En Cuaresma entramos a un tiempo de reflexión-oración, para convertirnos y vivir el Evangelio, como amor a Dios y a los demás. “Misericordiosos como el Padre”.

El ser humano se reconoce expuesto a las tentaciones. Esto le permite crecer o caer. Jesús, participando de esta condición humana, vivió también la experiencia de la tentación. Nos enseñó a superarla mediante la obediencia a Dios su Padre; nos insistió en la oración del “Padre Nuestro” a pedir a Dios, que no nos deje “caer” en la tentación o poder del mal.

Vivimos tiempos nuevos, con cambios en la concepción del ser y la condición humana. Las tentaciones hoy, no se reducen a lo moral o ideológicamente religioso como algo malo en lo que no se puede caer porque es pecado. El hombre de hoy, contrario al de ayer, acepta un mundo al que se entrega con gusto, porque ofrece intensamente todo lo material como inevitable, atractivo y posible.

Alcanzar este mundo con su propuesta de bienestar y placer se convierte, para el hombre, en su empeño, propósito o meta. No exactamente la tentación a regular. Esto explica por qué el hombre de hoy es más jalonado desde la codicia y la sensualidad de sus sentidos que desde su razón y sentido de trascendencia.

La codicia, apetito insaciable, es propia del ser humano que se concibe más como individuo que como persona o sujeto trascendente y de fe. Hoy vivimos más determinados por principios materialistas mecánicos y físicos que ofrece la mundanidad, aunque reconocemos que para lograr éxito en estas circunstancias, implica acabar con otros y con el mundo. Exija ignorar a Dios, que se manifiesta (revela) en los otros y en el mundo.

La codicia como deseo absoluto de bienestar sin tener presente el buen ser, cuando es fruto del ego subido, “egoísmo”, lleva a la búsqueda insaciable del tener-poder y placer. Tres escalones: Riqueza-fama-gloria y comodidad, que diseñan el horizonte de algunos seres humanos de nuestro tiempo.

En los relatos evangélicos sobre las tentaciones de Jesús, el mal espíritu (mundanidad), le propone exactamente esta alternativa de vida, frente a su reino y misión. Es gratificante conocer la respuesta de Jesús a la tentación, pues representa la alternativa de vida que permite re-ordenar nuestro mundo desde Dios; en un horizonte que trasciende más allá del individuo y de los bienes materiales que no tenemos por qué descartar.

Frente a la riqueza material: piedras por panes. “No solo de pan vive el hombre”.

Ante el Poder como resultado de la fama y gloria fácil: “Solo al Señor tu Dios adorarás” y servirás-Abnegación.

Frente al Placer, gusto desmesurado: “No tentarás al Señor tu Dios”. (oprobios-cruz).

Jesús ofrece: sencillez y austeridad; obediencia y libertad; entrega de la vida y don de sí mismo (amor) como alternativa de su evangelio, para tener vida abundante. Verdadero camino, hoy y siempre .