Terrorismo virtual
Los chinos están acaparando el mercado de burros. Hasta tal punto que varios países africanos, entre ellos Níger y Burkina Faso, han prohibido la exportación de sus pollinos ante una escalada de ventas que amenaza con diezmar sus rebaños. El apetito se ha disparado por la aplicación en la medicina tradicional china de la gelatina que se obtiene de la preciada piel de este animal de carga, llamada ejiao, recomendada para la menstruación irregular, el insomnio, la anemia y los mareos. El ejiao se encuentra casi al nivel curativo del gingseng en cuanto a la cantidad de beneficios que se obtienen con su consumo, lo que está haciendo insostenible la producción de este milagroso mejunje. China produce 5.000 toneladas de ejiao al año, para lo que se necesitan cuatro millones de pieles. Total, que como en China ya no quedan más que unos cuatro millones de pollinos –de los 11 que había en los años 90– las importaciones han crecido un 150 % entre 2013 y 2015. Y es que los burros auténticos son difíciles de criar.
Ante esta diatriba propongo a los chinos que se lancen a la captura de pollinos en internet, donde los asnos abundan a millones. Veamos algunos ejemplos. Su compatriota James Rodríguez, que no atraviesa por uno de sus mejores momentos futbolísticos, recibe a diario decenas de amenazas de muerte por cualquier «espantapajarada». Lo ha denunciado su madre, doña Pilar, quien asegura que un grupo de ciberdelincuentes denominado Legión Holk, fichado por el FBI, se dedica a enviar por las redes sociales mensajes del tipo «¿Quieres ver cómo hago que aparezca muerto James?» o «Despídete de todo lo que amas». El hostigamiento virtual que soporta James, como otras estrellas futbolísticas, es tal que se llega a trasladar a la vida real. Así, las campañas de descrédito se traducen en pitadas en la cancha, daños a su coche y hasta en intentos de agresión. La decisión de no jugar los dos últimos partidos con la tricolor le ha acarreado a James un aluvión de insultos y amenazas con el hastag #Vergüenzanacional. De haber jugado, a buen seguro le habrían llovido críticas desde este lado del charco, donde algunos hinchas sin vida propia le tienen ganas por su bajo rendimiento con el Real Madrid, club que le paga su astronómico sueldo. Así que, haga lo que haga, al pobrecito le van a zurrar en las redes sociales como si fuera un guiñapo.
Y es que algunos zopencos se han creído que todo vale en ese mundo virtual que empieza a apestar. El último ejemplo, el más burro, siguiendo con el asunto animal, se ha dado recientemente en España, donde no en vano disponemos de una numerosa cabaña de asnos. Les cuento. El fervor antitaurino y la estupidez de algunos desalmados llega al punto de comparar la vida animal con la de un ser humano. No es nada nuevo que algunos colectivos que defienden los derechos de los animales pisoteen los de sus semejantes con amenazas propias de bestias. Abducidos por ese animalismo, son muchos los toreros que denuncian los insultos y amenazas que reciben vía Twitter. Ha habido incluso malnacidos que se han atrevido a celebrar la muerte de toreros en los ruedos. Pero el último caso se lleva la palma. Adrián es un niño de ocho años con sarcoma de Ewing, un tumor muy virulento que afecta los huesos. Como su sueño es ser torero, su padre organizó el pasado sábado en Valencia una corrida destinada a niños que, como él, sufren cáncer.
El éxito de la convocatoria despertó los más bajos instintos de algunos antitaurinos. Vean. «Yo no voy a ser políticamente correcta. Qué va. Que se muera, que se muera ya. Un niño enfermo que quiere curarse para matar herbívoros inocentes y sanos que también quieren vivir. Anda yaaaaa! Adrián, vas a morir», publicaba una tal Aizpea Etxezárraga. Ese fue solo uno de los mensajes que aún circulan por las redes.
Va siendo hora ya de que actuemos contra estos y otros casos de terrorismo virtual. Vendamos a estos burros a los chinos.