Columnistas

Tiempo de conversión venciendo la tentación

21 de febrero de 2021

Por Gabriel Jaime Pérez, s.j.

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En aquel tiempo el Espíritu impulsó a Jesús hacia el desierto. Allí estuvo cuarenta días viviendo entre las fieras y siendo tentado por Satanás, y los ángeles le servían. Y después de haber sido Juan (el Bautista) llevado a la cárcel, Jesús fue a Galilea a anunciar las buenas noticias de parte de Dios. Decía: “Ya se cumplió el plazo señalado, y el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en el Evangelio” (Marcos 1, 12-15).

Después de ser proclamado como el “Hijo amado” de Dios en el bautismo recibido de Juan, y luego del encarcelamiento de éste por orden del rey Herodes, encontramos a Jesús en el desierto de Judea, dedicado a un retiro espiritual de 40 días. Este número 40, de donde se deriva el nombre de la “cuaresma”, que es el tiempo litúrgico iniciado el miércoles de ceniza.

Los tres evangelistas que narran tanto el bautismo de Jesús como su retiro al desierto, (Marcos, Mateo y Lucas) indican que Jesús fue al desierto impulsado por el Espíritu. Fue un retiro motivado por el aliento de Dios, al que luego reconocería la Iglesia como la tercera persona de la Santísima Trinidad. Y es precisamente con el poder del mismo Espíritu Santo como Jesús vence la tentación que proviene de Satanás.

El relato de Marcos es el más breve. No precisa explícitamente cómo fue tentado Jesús -como sí lo hacen Mateo y Lucas-, pero incluye un detalle significativo: estuvo “viviendo entre las fieras”. Así presenta a Jesús como un nuevo Adán, que triunfa sobre la tentación que llevó al hombre al pecado original. De hecho, Jesús no sólo fue tentado durante esos 40 días en el desierto. En toda su vida pública tuvo también que enfrentarse humanamente a la tentación de no cumplir con su misión. También nosotros, especialmente en este tiempo, somos invitados a dejarnos mover por el Espíritu Santo hacia espacios de desierto, de silencio interior para revisar a fondo nuestra vida y recibir la fuerza de Dios que nos permite vencer las tentaciones.

El relato de Marcos es el más breve. No precisa explícitamente cómo fue tentado Jesús -como sí lo hacen Mateo y Lucas-, pero incluye un detalle significativo: estuvo “viviendo entre las fieras”. Así presenta a Jesús como un nuevo Adán, que triunfa sobre la tentación que llevó al hombre al pecado original: la del egoísmo. De hecho, Jesús no sólo fue tentado durante esos 40 días en el desierto. En toda su vida pública tuvo también que enfrentarse humanamente a la tentación de no cumplir con su misión.

También nosotros, especialmente en este tiempo, somos invitados a dejarnos mover por el Espíritu Santo hacia espacios de desierto, de silencio interior para revisar a fondo nuestra vida y recibir la fuerza de Dios que nos permite vencer las tentaciones.

Jesús proclamó la cercanía del Reino de Dios, es decir, del poder del Amor, disponible para nosotros si, dejándonos impulsar por el Espíritu Santo nos convertimos, es decir, si reorientamos nuestra existencia hacia Dios