Trabajar para gozar
Querido Gabriel,
Se acerca el primero de mayo. ¿Qué tal si hablamos sobre el trabajo y su rol social y económico en el siglo xxi? En todo el mundo se preguntan ya no por la posibilidad, sino por la manera en que se va a transformar el trabajo con la llegada definitiva de la inteligencia artificial. La deserción en el sistema escolar terciario y la rotación laboral tienden a aumentar: la humanidad parece aburrirse. El fenómeno de los ninis, que ni estudian ni trabajan, desconcierta a quienes hacen política pública.
El profesor Giraldo me envió un artículo donde se evidencia el incumplimiento de la promesa social de que, a más horas laboradas, aumentarán el progreso económico y el bienestar. La ética del trabajo como centro de la vida, sobre la cual se construyeron las admiradas sociedades del planeta, está derrumbándose. ¿Es el trabajo el destino del hombre, como repite nuestro lenguaje popular? Mi abuela decía: “Me voy, porque tengo mucho destino que hacer”. ¿Qué pasaría el trabajo es solo parte de la vida y no todo trabajo dignifica de igual manera? Si es cierto, ¿no sería el momento definitivo para la liberación y humanización de los sistemas educativos? Si el desarrollo económico continúa al ritmo del último siglo, tendremos tiempo disponible para muchas otras cosas, y podremos ver el trabajo de una manera más amplia.
El año pasado estuve en un evento en el que una prestigiosa fundación estadounidense presentaba su estudio “The Future of Jobs”, para responder a preguntas apocalípticas, como la de ¿cuáles actividades desaparecerán y serán reemplazadas por máquinas y algoritmos de inteligencia artificial (médicos generales, abogados, choferes, vendedores de almacén)? Más adelante, preveían el auge de los trabajos creativos y de aquellos que requieren compasión, como enfermeras, maestros y cuidadores. Por supuesto, se preguntaban por la financiación de la seguridad social: buena pregunta para otra tertulia. ¿Qué dirían tus amigos? ¿el trabajo inventó al hombre moderno o será más bien al contrario? Hace pocos años, aún había ascensoristas, arrieros y tramitadores. Pero no había programadores, asesores de contact center o científicos de datos. Alguien dijo, al final del evento: “No nos preocupemos, porque la humanidad crea su propio trabajo y lo transforma. Lo necesitamos para mucho más que conseguir el pan de cada día”. ¿Quién, desde el pensamiento puramente económico, buscaría músicos, programadores de juegos, masajistas o profesores de yoga?
¿Será que vamos a llegar a la era en que solo hacemos cosas que amamos y contribuyen a un propósito superior? ¿será que los ninis no son personas que no quieren, sino que buscan? Preguntemos a los jóvenes qué piensan del trabajo y qué sueñan. Luego de escribirte la última carta, supe que García Márquez le decía “el juguete favorito” a la vocación. ¿No te parece una coincidencia? ¿será que el futuro del trabajo es ser fuente de dicha?
¿Invitas a sindicalistas, emprendedores, educadores y gente joven, a que conversemos sobre el trabajo, con dignidad y derechos, que se reinventa y enriquece con los cambios tecnológicos y culturales?
* Director Comfama